lunes, 30 de junio de 2008

Seis meses de blog.

En un comentario que recibí ayer -en la versión catalana-, Rafi me felicitaba por mi primer medio año de blog. Seis meses de vida, un bebé que babea y se mueve gateando por el suelo... al contrario que mi perrita Tora, que acaba de cumplir cinco meses y ya ladra y corre como un perro adulto. Claro que la equivalencia de la edad canina no se corresponde a la de los humanos, pero tampoco la edad de un blog se corresponde a la edad humana, o quizás sí, porque yo lo veo un poquito de esta manera.
Me gustaría ser capaz de publicar un escrito a diario, pero no sé lo suficiente. Si ya me cuesta trabajo descolgar el teléfono para llamar a alguien tan pronto como se me ocurre... necesito pensármelo dos veces antes de llamar para tener claro qué debo decir.
Soy bastante meticuloso -palabra de la que probablemente Jesús M. Tibau haría una desdefinición de las suyas con connotaciones greco-hispànico-sexuales- y por ello pienso a menudo dos veces antes de hacer clic en el botón de: PUBLICAR UN MENSAJE.

También es cierto que si se tratara sólo de escribir sin colgar fotos, sería más sencillo publicar escritos, pero acompañar cada post con fotografías y enlaces es hacerlo más digerible. El otro día, Pep me confesaba que a menudo sólo se mira las fotos -como quien "lee" el Interviú pensé.
Y es que no es fácil para mí sintetizar lo que quiero decir en cuatro líneas, sin ir más lejos: este escrito. Quería agradecer la felicitación de Rafi y ya estoy muy lejos de las cuatro líneas, y lo que es peor, mientras escribo pienso en que debería colgar una foto de un bebé de seis meses y otra de Tora, además cómo he hablado de Tibau, también tendré que enlazar sus desdefiniciones para quien no las conozca y eso me llevará un tiempo precioso del cual ahora mismo no dispongo, porque de aquí a exactamente dieciocho minutos, tengo que recoger a mis hijos en el lugar donde hacen actividades de verano y, claro, todavía estoy por vestir...
Éste post lo dejo para más tarde. Guardar como borrador...

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Ya son casi las once de la noche y me pongo manos a la obra de nuevo. Ahora sí tendré que preparar el escrito para publicarlo, lo tengo que hacer antes de las doce para ser fiel a la fecha, por lo tanto dejo de escribir para preparar las fotos.
Gracias por recordarme eso de los primeros seis meses de blog, Rafi.
Por cierto, el cachorro pelao soy yo, el pelúo es Tora.

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Ahora haré clic en PUBLICAR UN MENSAJE y después prepararé la versión en castellano... buenas noches y tapaos, que empieza a refrescar...
(N. del A. Jesús M. Tibau es un escritor que conocí a través de su blog y cada lunes propone unas palabras a las que le saca punta en clave humorística, si es de vuestro interés conocer su labor, en catalán básicamente, aquí os dejo el enlace a las desdefiniciones de su blog literario: Tens un racó dalt del món)



viernes, 27 de junio de 2008

Caras de dibujos animados.

Acabo de leer un post de un blog que leo habitualmente. En él nos invita a dar un paseo por la página Face your manga y le he hecho caso. Me ha llevado poco menos de cinco minutos crear una cosa parecida a mi cara, pero de cómic.
Éste es el resultado:

He estado un rato pensando en utilizarla como imagen de mi perfil, pero no sé si es lo bastante fiel, es bastante difícil ser preciso en la recreación de tu propia imagen. Desde aquí os animo a hacer lo mismo, es gratis -creo- y rápido, ya que te lo envían por correo en dos minutos.

Si te ha gustado o te ha sido útil este post, puntúalo:

jueves, 26 de junio de 2008

El espía de la calle Padraw.

Aquella mañana se levantó temprano, demasiado temprano para ser sábado. Tomó la ropa y los zapatos y salió de la habitación sin ventanas hacia el rellano del primer piso. Uno a uno, procurando no despertar a nadie, subió los peldaños que conducían a la buhardilla de la vieja casa.
Los rayos del sol madrugador de Karddu se cuelan por una de las dos ventanas de la buhardilla, a la que da a la calle de Padraw todavía no han llegado. Es en esa buhardilla donde se acumulan muebles viejos y trastos, además de los olores del pasado, mezcla de rancio y ambiente encerrado. Se viste con parsimonia y se peina el pelo con los dedos ante un espejo, tiene que estar impecable para la misión, está acostumbrado a situaciones límite, ha vivido muchas de ellas y de todo tipo, pero esta vez lo tendrá que hacer solo, arriesgando y solo ante el peligro.
Del fondo de una vieja cómoda saca un maletín negro con bordes plateados, con cuidado libera los dos cierres y lo abre como si hubiera un tesoro dentro. En su interior hay una americana doblada, la extiende y se la pone. Es oscura, cruzada y le está grande, pero él se la encuentra mejor que hecha a medida, toma también unos guantes de piel color negro y se los coloca con lentitud. Sólo queda la parte más difícil de los preparativos: robar la pistola del guardián.
Baja las escaleras con sigilo, en su mente sólo tiene la imagen de un gato acercándose a un ratón, prudente, silencioso, con la habilidad de poder saltar en cualquier momento con una fineza absoluta. Desde el rellano se dirige a la cámara del vigilante, que duerme plácidamente, un guardián debería estar más al acecho -piensa-, pero la tranquilidad reinante de los últimos quince días le hace bajar la guardia. Se acerca con la cabeza baja, los ojos abiertos y los hombros en alto, los brazos encogidos y agachado entre la penumbra, cualquier leve ruido podría despertarle e irse todo al traste. Ahora, mientras percibe sudor en el cogote, una gota le recorre la frente y se detiene en la ceja derecha, piensa que no hubieran sido necesarios ni guantes ni americana.
Tiene mucha paciencia, es una de sus mejores virtudes, espera el momento oportuno, se acerca lentamente a la mesilla de noche. La fuerte respiración del guardián es constante y hace acelerar el ritmo del corazón del intruso. De repente, se corta la respiración del guardián por unos instantes, segundos... cinco, seis, siete, ocho... y estalla un ronquido que obliga al espía a echarse al suelo, al lado de la cama, a pocos centímetros de un orinal lleno que desprende un hedor poco deseado. Se le está agotando la paciencia, pero no pretende herir a nadie, sólo quiere tomar lo que ha venido a buscar y marcharse para llevar a cabo la misión encomendada.
Decide dejar de lado algunas precauciones cuando intuye que el hombre está tan dormido que no se dará cuenta de nada, abre el primer cajón y toma la pistola. Rápidamente se la introduce en el bolsillo y se aleja con cuidado. De nuevo en la buhardilla deja la pistola dentro del maletín y hace repaso de todo el material: el maletín negro abierto con los mapas y otros documentos importantes, los guantes de piel, la pistola, unas gafas oscuras con visión nocturna incorporada -aunque esta misión será de día-, la billetera y un cordel que ha encontrado por la buhardilla. Lo tiene todo a punto para salir a la calle, la americana abotonada, guantes y gafas puestas y el maletín atado con el cordel a la mano izquierda. Ahora se da cuenta de que ya no hay vuelta atrás.
El espía baja las escaleras que mueren en el pasillo de la casa, a mano izquierda tiene la salida principal -es importante tener eso controlado-, pero sería peligroso y lo podrían descubrir enseguida; a mano derecha tiene el comedor y una puerta de salida al patio que al mismo tiempo da a la callejuela de atrás, es la salida más discreta, pero ahora también la más arriesgada, ya que oye murmuros en la cocina y también le podrían descubrir.
No contaba con eso, no le habían facilitado un plan B para salvar aquel imprevisto -mal hecho, claro que los superiores no corrían peligro-. Finalmente, dotado de la máxima capacidad para tomar decisiones rápidas y juiciosas en situaciones extremas -no en vano ha sido adiestrado en el peligro-, opta por la salida principal para evitar ser descubierto por los ocupantes de la cocina.
El sol se le echa encima cuando cruza la puerta principal de la calle Padraw. Lleva puestas las gafas y así no lo puede reconocer ni el mismo sol. Anda ágil por la estrecha acera de la calle Padraw, pegado a las casas, de vez en cuando, con las prisas, roza el maletín con la pared de una casa sin querer. Llega a la avenida A. Guy Meara y decide subirla a pesar del riesgo que corre de ser descubierto, allí trabaja una peluquera que lo conoce muy bien y él no querría ponerla en peligro, podría sufrir las consecuencias si alguien lo seguía. Sube avenida arriba y pasa por la acera de enfrente de la peluquería, usando el maletín de escudo, escondiendo el rostro detrás, sin osar ni mirar y con la esperanza de que nadie lo reconozca. Cuando se encuentra a la altura de la calle del Dr. King se detiene, acaba de pasar por delante de una pequeña tienda de comestibles con la fachada color verde claro y siente hambre.
Abre el maletín, acaricia el arma con los dedos y la coge con la mano para sentir su peso, deseando no tener que usarla, echa un vistazo a la billetera, pero está llena de documentos falsos, no de dinero. La cierra con firmeza.
El espía súper especial decide continuar calle Mount Sean abajo hasta Hospital Street que, casualmente, es la continuación de la calle Padraw, el punto de inicio de la misión ultra secreta.
De incógnito se acerca con cautela a la puerta principal de la casa, la abre decidido a todo, a dar la cara, a darse a conocer. Desde el fondo del pasillo descubre una figura femenina a contraluz, es una mujer mayor, debe ser la mujer del vigilante -piensa-, con bata y alpargatas, una silueta ancha y fuerte, difícil de olvidar, inconfundible. La mujer se enfrenta con el espía sin saber que está armado y sube la voz:
-¿A onde has ío con esa facha?
-A jugar, abuela, a jugar...
Aquella mañana de 1978, con el estómago vacío y acalorado, el espía de diez años que había secuestrado a su nieto, devolvió la pistola de petardos al cajón del abuelo sin que éste se diera cuenta, porque el guardián ya no estaba en la cama, estaba en el patio de atrás frotando una navaja en una piedra afiladora...


El guardián, su esposa y el espía, el día de su bautizo.


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lunes, 23 de junio de 2008

Verbena de Sant Joan: Coca, petardos y cava...


Esta noche toca fiesta de coca, pertardos y cava, en gran cantidad de todo ello, además de música de todo tipo a gran volumen.

-Para que luego digan que los catalanes no saben divertirse...

-¡No, no! No es lo que piensas... o sí, depende de en qué sitio estés, pero se trata de petardos que explotan, las cocas son tortas de diferentes sabores, aunque las más habituales son de crema y fruta confitada, el cava es el alcohol más común en esta celebración de Sant Joan y la música, generalmente, la más pachanguera.

-Lo que yo te diga: ¡Sí os lo montáis bien!

Cuidado con la coca, los petardos y el cava, la mezcla acostumbra a ser explosiva igualmente.



sábado, 21 de junio de 2008

Cumpleaños en "El Bosc Vertical"


Esta mañana hemos ido a celebrar por fin el aniversario de María, amiga de mi hija, al Bosque Vertical.

El aniversario fue el quince de mayo y tenían previsto invitar a los amigos a la aventura por las copas de los árboles. Desde entonces no se había podido celebrar por un tema de agua básicamente, con todo lo que significa para niños y niñas ir demorando una experiencia como esta. Recomendable al 100% como ya escribí al respecto.
El calor ya vuelve a reinar entre nosotros, ya podemos disfrutar de los primeros baños refrescantes y supongo que pronto nos empezaremos a preocupar por el riesgo de incendios. Todo vuelve a la normalidad habitual.
Por cierto: Mis hijos tienen en venta dos cabezales de cepillo de dientes eléctrico a estrenar para quien pueda precisarlos, los dejan a precio de coste -lo mismo que me costaron a mí, claro- y son de una marca que empieza por Oral y termina en B.
También dicen que pueden enviar fotos de los cabezales por correo electrónico a los interesados... ;-)


viernes, 20 de junio de 2008

Rasgaduras y harturas.

Todavía estoy indignado con todo eso de las colonias en L'Estartit de mi hija, pero no seguiré de momento.
Ayer terminaron el curso, que dices: podrían acabar bien, en viernes haciendo el paquetito entero y redondo... pues no. Esta mañana he podido estar con ellos, Ariadna tenía que ir a registrar un texto a la escuela -eso ya es un poco enfermizo, el día después de abandonar esta escuela para siempre y vuelve!?!- mientras ella estaba allí, Joel y yo hemos ido a comprar a un supermercado. Es difícil reprimir a un niño de ocho años entre los pasillos, sobre todo si la primera cosa que ve es un estante lleno de cromos diversos, entonces te pregunta como si no tuviera ni idea:
-¿Qué es esto? -para ver si pico y se lo compro...
-¿Cromos hijo, no lo ves? ¡Mira allí están las latas! -le digo y corre a cargarlas.
Afortunadamente ha olvidado los cromos y hemos continuado con la compra de lo necesario, esta vez me libro de comprarle unos cromos que no servirán para nada más que para acabar encima de uno de los estantes de su habitación.

En una repisa me he detenido a comprar dentífrico para mi esposa, curiosamente no estaba anotado en la lista, pero he pensado que le haría falta. Un poco más abajo Joel ha visto algo que siempre me pide, cabezales para cepillarse los dientes, de aquéllos eléctricos y entonces le instruyo diciendo que la mejor manera es la manual, que eso está hecho para gente con dificultades físicas y que bla, bla, bla, pero se lo he comprado porque ya tenemos un mango, que no utilizamos, en casa -quizás para compensar lo de los cromos. Me he arriesgado a pesar de desconocer si la marca de los cabezales era la misma que la del mango.
Recogemos a Ariadna, que está enfadada porque el compañero que tenía que registrar el texto con ella no se ha presentado, se le han pegado las sábanas, a las once de la mañana.
Una vez en casa me miro al espejo del recibidor y me veo bien, hoy me he puesto una de mis camisas preferidas, blanca con cuello tipo Mao y, además, he salido de casa con el segundo botón de arriba desabrochado -hacía calor. No soy amante de ir enseñando pechera, no me gusta mucho, pero hoy lo he hecho y no me he dado ni cuenta en toda la mañana. He ido hacia el baño a dejar los dentífricos y los cabezales, pero de camino, la manecilla de la puerta del pasillo decide frenar mi carrera al tiempo que oigo un fuerte ruido de rasgadura, me ha venido a la mente la imagen de un reactor que es ayudado a frenar por un paracaídas. Con cara de idiota miro hacia abajo y veo que el último botón de la camisa se ha rasgado, respiro aligerado, no hay para tanto, pero caray qué ruido ha hecho la camisa de marras.

(Foto: Vista cenital de la manecilla y el roto cerca del botón)

Como no me lo acabo de creer, reviso la camisa y ¡Oh! ¡Sorpresa! Enmudezco de golpe...

Quizás ahora tendré que recuperar la camisa azul...

Para redondear la faena, mientras yo alucinaba con el roto y hacía fotos para el blog -de recuerdo-, Joel le ha mostrado los cabezales del cepillo eléctrico a Ariadna, quien se ha apresurado a encontrar el mango y los ha abierto para probar... Evidentemente la marca no era la misma y ahora tenemos unos cabezales que no podemos devolver.

Con el mosqueo que llevaba por lo de la camisa y ahora esto de los cabezales, los he castigado a encerrarse en sus habitaciones, a no hacer nada y que la próxima vez pregunten antes de actuar -lo cual siempre les advierto.

La otra parte del castigo es encontrar a algún amigo que tenga un mango de la misma marca y conseguir venderle la moto... a los padres, de no ser así, les retiraré el importe de los cabezales de la hucha -la misma que lleno yo mismo religiosamente...

¿Soy demasiado duro? No lo sé, pero es una manera de empezar las vacaciones de verano poniendo en claro alguna norma.

(No sé por qué tengo la sensación de estar enrollándome demasiado en los escritos, pero no sé hacerlo de otra manera, disculpad si tomo demasiado de vuestro tiempo).

jueves, 19 de junio de 2008

Colonias de nuestra hija en L'Estartit.

(Foto: El tío Toni, Marc y yo, en aquel momento, los reyes del mundo)

Ariadna, nuestra hija de once años y medio, volvió ayer de colonias escolares en L'Estartit. Han sido tres días y dos noches sin parar en una casa de colonias llamada Rosa dels Vents. Cuando la fui a recoger estaba sentada en un banco de la plaza al lado de Elena, la canguro. Tenía las mejillas coloradas y el gesto cansado -como era de esperar-, al verme se levantó y me dio un fuerte abrazo y muchos besos.

Yo esperaba encontrarla cansada, pero con muchas ganas de explicar las nuevas experiencias -como submarinismo y actividades diversas- supuestamente tenía que contar un montón de emociones ilusionada, pero no.

-¿Qué tal ha ido hija?

-Bien... -respondió cansada- me he dormido en el autocar de vuelta, nunca lo había hecho.

Le comuniqué que en media hora teníamos que ir al ensayo general del festival de fin de curso de la escuela de danza y enseguida se quejó con voz llorosa -era evidente que no podría ir, arrastraba incluso las ligeras chanclas de camino al coche.

Una vez en casa, Natalia, madre de Maria -compañera de danza- llama para decirme que ha hablado con el profesor y que mejor no se presenten al ensayo si no están en condiciones, me alegro, no quería en absoluto obligarla en aquel estado.

A la hora de la cena, Penélope pregunta a Ariadna por las colonias. Ella explica cosas como que los monitores de las actividades soltaban feas palabrotas en todo momento, gritos por aquí y gritos por allá -me pregunto: ¿Eran militares las colonias?- los monitores decían también frases como:

-¡Yo cobraré igual por hacer este trabajo!

Ante nuestra perplejidad e indignación, Ariadna iba relatando hechos tan lamentables como:

El incidente del autocar que los debía llevar de vuelta de actividades en la playa hacia la casa de colonias. Los niños presenciaron una fuerte discusión entre el conductor y alguno de los monitores a causa de la falta de puntualidad del conductor con reproches y graves insultos por ambas partes que acabaron por afectar al grupo escolar: Este año a medio curso llegó a la clase de Ariadna un niño de Mali que va en silla de ruedas y a ella le tocó -o escogió, no estoy seguro- tener cierto cuidado de su normal integración. El caso es que, con la discusión, el conductor soltó que no tenía tiempo para bajar la rampa del autocar para que el niño subiera con la silla de ruedas y lo mandó subir con las muletas. ¿Discriminación a minusvalidez o al color de su piel?

O el de un monitor que un día silbó con mucha potencia y al oirlo, mi hija le preguntó cómo podía silbar tan fuerte, él -el hijo de su madre- le dijo:

-Acércate que te diré el secreto... -Ella se acercó inocente y a escasos centímetros del oído de mi hija, le silbó de la misma manera... ¡Será cabrón! -pienso- Ni qué decir tiene que aquello le provocó una sordera temporal acompañada de un pitido agudo.

En este punto siento tal indignación que si pudiera tener sólo dos segundos delante de mí a este supuesto monitor de ocio, juro que no le diría ni hola, ni siquiera me presentaría, sólo tendría dos segundos para mostrarle mis respetos: ¡¡¡Un bofetón a mano abierta de aquéllos que abarcan hasta la oreja y también provocan unas secuelas similares!!! -esto es una hipótesis, porque yo soy pacífico.
-No consideráis que esto que hizo son malos tratos y abuso?

-¿Y no decíais nada de esto a vuestros profesores? -preguntamos a la niña.

-No... -responde.
-¿Y, por qué?
-No lo sé...

¡Claro! Esto sólo pasaba en los ratos en que los niños hacían actividades con los monitores, porque los profesores de nuestros hijos, o no tenían permitido acompañarlos -no entiendo por qué- o aprovechaban para descansar mientras duraban las actividades -cosa que respeto.

No soy sospechoso de defender a mis hijos a capa y espada, más bien procuro no ser demasiado protector para dejar que crezcan y se espabilen solos, si algún profesor o profesora les ha castigado por algún hecho a menudo lo he aprobado pensando que tendrían motivos para hacerlo, siempre y cuando se demostrara la culpabilidad. Hay padres que son todo lo contrario, sus hijos siempre tienen razón y los profesores manías.

Y como soy pacífico quizás tendremos que indagar a ver qué pasa con esta gente. Acabada la cena busco en el Google el nombre de la casa de colonias y me sale la página principal con una retahíla de casas por todas partes.

-¿Es una franquicia? -remuevo, busco... ¡Estartit! Sí aquí... Ariadna me lo confirma cuando ve las fotos de la casa, Marcel Maillot parece que se llama la casa en cuestión.

Sorprendido -no sé por qué- leo cosas como:

Colonias destinadas a chicos y chicas de 6 a 16 años para que puedan divertirse de una manera diferente... como por ejemplo en la discoteca de la casa donde, según mi hija, la música era sólo la que gustaba a los monitores...

Las colonias se desarrollarán bajo la dirección de personal especializado, deportistas y monitores de ocio que cuidarán de todos los aspectos de la estancia tanto de las actividades como de la vida cotidiana... ¡Bravo! ¿Personal especializado en qué? ¿En gritar? ¿En putear a los niños?¿De la vida cotidiana cuidarán? Sí, quizás por ahí no van mal encaminados... el mundo está lleno de capullos que gritan e insultan a los demás desde el volante de su coche... ¿Qué mejor manera que prepararles para el día de mañana?

Los chicos y chicas reciben una atención personalizada -sí, sí- al convivir con sus monitores, los cuales velan en todo momento por su seguridad y su bienestar.
Y aquí sí que alucino: Para muchos niños puede ser la primera salida, motivo por el cual ponemos especial dedicación durante toda la jornada.

Finalmente leo la última frase de la presentación: ... y un montón de sorpresas ... -¡Y tanto! Otras para no aburrir:

Somos la primera empresa de casas de colonias con certificado de calidad ISO 9001:2000... ¡Joder!

Que 60.000 niños pasan al año por sus instalaciones... y que éstos avalan su gestión -¿Y todos reciben el mismo trato? Si es así acabarán matando a la gallina de los huevos de oro.

Quizás deberíamos denunciarles por publicidad engañosa...

Ahora tendremos que contrastar las opiniones de otros niños de la escuela, de otros padres y veremos qué medidas tomamos, de momento yo ya lo he colgado aquí a modo de denuncia, sé que habrá gente que tarde o temprano llegará a este post buscando casas de colonias en L'Estartit y creo que es bueno que haya opiniones diversas, estoy convencido de que habrá clientes de esta casa de colonias encantados, quizás es un tema de pasta, quizás la crisis general afecta a todo el mundo, quizás es que no se dan cuenta de que tratan con niños a los que pueden estropear unos días que podrían haber sido para recordar el resto de su vida.

El pasado domingo comimos en casa de Montse y Roger, un amigo y compañero del Belloch. Mientras Ernest y Ot -sus hijos- jugaban con Ariadna, Joel y Tora, nosotros recordábamos anécdotas de la EGB. De entre un montón de peripecias, recordamos unas convivencias en un hotel de L'Estartit donde lo pasamos muy bien. De eso ahora hace más de veinticinco años, pero aun así todavía lo recordamos con alegría. Es triste que pasen este tipo de cosas, seguro que mi hija no querrá volver.

(Foto: Roger es el segundo de arriba empezando por la izquierda, yo el de rojo de arriba a la derecha)

No se debe jugar con las ilusiones de los niños, dudo que lleven treinta años haciéndolo así de mal, quizás la dirección tendría que tomar medidas.

miércoles, 18 de junio de 2008

¿Es mi hijo un "bastaix" (estibador, ganapán...)?

Mi hijo tiene vocación de bastaix, ganapán o mozo de cuerda.
A pesar de tener sólo ocho años, a pesar de no haber leído La Catedral del Mar de Ildefonso Falcones y además de no cobrar ni un céntimo -que yo sepa- por el trabajo, es un ganapán.

Isabel me ha llamado a las tres y media para preguntarme si podía llevarse a mi hijo a su casa con su hija Marina. Joel estaba llorando porque quería ir y nosotros teníamos previsto ir a recogerlo a las cinco porque hoy llegaba su hermana de colonias escolares, pero le he dejado.

Hacia las seis he llamado a casa de Marina:

-¿Quién es? -pregunta Marina.

-Soy el padre de Joel -respondo- pregúntale si quiere ir al fútbol...

-No quiere ir -dice ella convencida.

-¿Puedes preguntárselo a él?

-¿Quieres ir al fútbol? -oigo decir...

-No quiere ir -replica Marina.

-¿Puedes decirle que se ponga al teléfono? -oigo cómo le dice que se ponga en voz bajita...

-Hola Papá -dice él.

-Hola hijo, hoy es el último día de fútbol, ya no irás más y...

-Sí quiero ir -me corta.

-De acuerdo, vengo a buscarte ahora...
He ido a buscarlo a las seis y cuarto. Isabel me abre la puerta y aparece mi hijo desde el sótano corriendo. Mientras lo invito a que se ponga el equipación de fútbol me dice que hoy no hay que ir vestido de fútbol porque es el último día y les toca un pica-pica de patatas y refrescos -ahora entiendo el cambio repentino de pensamiento- mientras se pone las zapatillas la madre de Marina me cuenta que han merendado muy bien y acto seguido pregunto a mi hijo por la merienda que le he puesto yo mismo en la mochila por la mañana en casa...
-No la he visto -me responde incrédulo.
Yo, más incrédulo todavía y ofendido por la respuesta, tomo la mochila de mi hijo con gran esfuerzo. Es extraño, pesa demasiado, no es nada habitual que pese tanto. Al abrirla veo unos libros y entiendo el porqué de tanto de peso... pero no sólo hay libros, flipo, pero no demasiado, mientras le muestro a Isabel el contenido aparte de los libros. He hecho una foto del arsenal que trajinaba mi hijo esta tarde.

Ya hace tiempo que se dedica a coleccionar piedras de todo tipo y esta mañana se ha llevado dos piedras llamativas y brillantes "de la suerte", en la mochila sólo había una, la que está al lado de la barrita que tenía que merendar mi hija y no ha podido porque la llevaba él en la mochila.

De hecho, ahora que lo pienso, Joel no es muy amigo de cargar cosas para los demás, quizás es de los que prefiere dejar que carguen otros, ya que yo no le he visto cargar la mochila a cuestas, se la he llevado yo mismo al coche... quizás la madre de Marina ha cargado el peso...

¡Qué morro tiene mi hijo!

martes, 17 de junio de 2008

De chubascos y paraguas.

Tormenta.
Este mediodía, justo a la hora de ir al trabajo.
Cae un chaparrón impresionante con rayos y truenos, la lluvia azota con fuerza el tejado de nuestra casa e incluso ha caído un poco de granizo. Tengo el paraguas en el coche, cómo no, suerte que tenemos algunos de reserva en el recibidor. Tomo uno cualquiera del paragüero y se me abre solo antes de atravesar la puerta, debe estar estropeado, pero eso no importa, me importa más que cumpla su función.
Salgo a la calle bajo la intensa lluvia y me doy cuenta de que hay una parte del paraguas que no trabaja, está doblada y deja pasar el agua, es demasiado tarde para volver atrás y, como en el coche me espera el super-paraguas-automático-que-se-pliega-y-despliega-solo (foto) que me regaló Jordi -mi socio- continúo.

Esta vez he tenido la previsión de esconder las gafas dentro del bolsillo de la camisa para evitar salpicaduras de agua innecesarias que sólo me harían maldecir -ahora ya podemos maldecir cuando nos cae la lluvia encima, no como hace un tiempo, en medio de la sequía, que escribí un post al respecto.

Me planto delante del coche y abro la puerta, me llueve en la espalda porque el lado defectuoso del paraguas -que no merece ser nombrado así- no deja de echarme agua encima. Entro la bolsa de mano primero y yo después -educado incluso con los objetos- el utensilio estropeado es el último en entrar -que le den, pienso- intento cerrarlo y no quiere, la lluvia empieza a mojarme las muñecas y se escurre bajo las mangas de mi chaqueta.

Las varillas torcidas impiden un plegado normal y reniego:

-¡Coj...nes! ¡Tiene la capacidad de abrirse solo, pero no se cierra ni forzándolo manualmente!Segundos después consigo mi objetivo, pero tengo las mangas de la camisa húmedas. Cierro -por fin- la puerta del coche y el utensilio del demonio se abre hasta donde mi movimiento reflejo le permite ante mi estupefacción.

-Coj...nes!!! -pongo cara de tonto, y más sin gafas- he olvidado que la única cosa que sabe hacer a la perfección es abrirse inoportunamente...

Con la cara salpicada y a punto de perder un ojo, asfixio el paraguas con mis manos, lo cual provoca que el agua se escurra entre mis dedos, tal como si las pusiera bajo un grifo, no tengo más tiempo para perder, lo sujeto firmemente con la mano izquierda y con la otra ato la cinta que los diseñadores concibieron para tal efecto. ¡Cómo no he caído antes!

Lo paso detrás y me chorrea los pantalones, el agua es fría: ¡Vaya! ¡Ahora no me apetecía esta propina! No he roto la mierda de paraguas porque estaba dentro del coche y se podía haber desplegado solo de nuevo...

En el momento de introducir la llave en el contacto me doy cuenta, a pesar de no llevar puestas las gafas, de que ya no llueve. Pongo en marcha el motor pensando en un tal Murphy, me pongo las gafas secas y limpias y meto también la directa que voy tarde.

Al cabo de mi calle, de un árbol a otro, una cinta policial como las de las películas de crímenes de Hollywood impide el paso de los coches, continúo por la vía alternativa que se usa siempre que cortan aquella calle. Voy detrás de unos cuantos coches que se han encontrado como yo, pero allí también luce otra cinta policial. Mecag... me han cortado las dos vías principales de salida hacia Granollers, por lo tanto, tengo que dar una vuelta extraordinaria, pasando por el centro, para dejar el pueblo atrás.

Desde la carretera, ya de salida y en medio de un atasco considerable, he descubierto el porqué de todo: La calle que acompaña el río está inundada.

Llego prácticamente sin lluvia a la puerta del trabajo, un cubo de fregar bloquea la abertura total de la puerta, parece que tenemos goteras. En el vestuario hay ropa tendida, es de Esther. Una camiseta mojada colgada, el jersey encima de las sillas acompañando los pantalones calados por los bajos. En cuanto a Alba, también se intuye que se ha mojado, una frase me viene a la mente: Siempre hay alguien que está peor que tú.

Ya lo dicen: Chubasco por Sant Pere Regalat, cuarenta días de chaparrón... Yo no tengo ni idea de qué día es Sant Pere Regalat, pero me lo comentó la chica de la floristería del sábado.

¡Ah! ¿El paraiguasmierdoso? lo he abandonado (foto) por si alguien lo necesita más que yo, aunque, según dicen, pronto se acabará la lluvia por aquí.

sábado, 14 de junio de 2008

Hoy: Dieciséis años de casados.

Hoy es nuestro aniversario de boda. Hace dieciséis años que aceptamos -oficialmente- ser marido y mujer. Le he llevado al trabajo un centro con dieciséis rosas -muy original ¿No?- me han acompañado los niños y Tora. Le ha hecho ilusión, quizás pensaba que no me acordaría...

Hemos vuelto a casa con las rosas por no dejar que las cargara ella sola.

Una vez ha llegado a casa me dice:

- ¿No te dije el año pasado que no quería flores?

- ¿Eso me dijiste?

- Sí.

- ¿No te gustan?

- Sí, mucho...

- Pues ya está, me ha hecho ilusión a mí también.

- Pero es que prefería alguna cosa que durara más...

- Mujer, me tienes a mí, pienso durar mucho más que estas rosas. ¿Qué más quieres? Además, le haré una foto y la colgaré en el blog, así las podrás ver cuando quieras.

- ...



viernes, 13 de junio de 2008

Jaume Sanllorente: "Sonrisas de Bombay"

El otro día por la noche topé de bruces con un pedazo del programa DutiFri conducido por Javier Sardá. No sé si era una reposición, pero me quedé enganchado viendo a un chico que por su nombre, Jaume, se diría que es catalán y vive en medio de la miseria de la India.

Por lo que he averiguado, parece que después de un viaje a la India decidió abandonar la buena vida de periodista en Barcelona -que me disculpen los periodistas que consideren esto una paradoja- para ir a vivir a Bombay. Allí fundó una de tantas ONGs que hay en el mundo para ayudar a niños y familias que viven o han vivido verdaderos horrores en su vida. Está amenazado de muerte por las mafias -tiene que ir con escolta a todas partes- tanto es así, que incluso le han quemado varias veces las oficinas. Escribió un libro de la experiencia que le hizo cambiar de vida radicalmente: Sonrisas de Bombay, y lo escribió, en parte y según dice, por si lo mataban.

Aquí está la entrevista que le hicieron en el Periódico: Jaume Sanllorente.
Si os apetece conocer lo que hace os invito a dar un paseo por la web:
http://www.sonrisasdebombay.org/.
Tienen una introducción extraordinaria, de una delicadeza sensacional donde destacan el hecho de que podrían mostrar la foto de un niño llorando o la de su madre agonizando, quizás también la de un mafioso a punto de secuestrar niños para prostíbulos, pero no lo hacen porque prefieren las sonrisas.

La sonrisa de este chico -tiene poco más de treinta años-, Jaume Sanllorente, es la mejor señal de que ha encontrado en la vida su razón de ser y al mismo tiempo, a pesar de la miseria que lo rodea, se le ve feliz y transmite esa felicidad a los demás.

También tienen un blog de la ONG con actualizaciones diarias que no debemos pasar por alto: http://lassonrisasdebombay.blogspot.com/

Es una experiencia que, sin duda, no puede dejar indiferente a nadie que tenga dos dedos de frente claro.
Al tan criticado por unos, como tan alabado por otros Javier Sardà, sólo me queda felicitarlo modestamente por dar a conocer la tarea impagable de gente como Jaume.
Dejad que me levante y les dedique un fuerte aplauso, así como a toda la gente que, más allá de los problemas y preocupaciones del mal llamado primer mundo, hacen el esfuerzo de ayudar al también mal llamado tercer mundo.
-Bravo!

Por cierto, no sufráis, no veréis miseria de aquélla que no te la puedes quitar de la mente en días, veréis sonrisas, Sonrisas de Bombay...




De un Sardà a otro, Fede Sardà de la sala Luz de Gas de Barcelona, entrevistado esta semana por Jordi Basté en El Món a Rac1. Dejando de lado toda la oferta de la discoteca, además, pone a disposición la sala unos días determinados para gente con Síndrome de Down, lamento no disponer de más información, pero es también de esas personas que abren la mano.

martes, 10 de junio de 2008

Más allá del Dr. House.

Hugh Laurie es el conocido Dr. House.

Actor y escritor inglés, además de músico y cantante.

Triunfa en el Reino Unido desde los años 80 por su vertiente humorística -como podréis apreciar en los vídeos-, pero no fue hasta 2004 cuando interpretó en Estados Unidos el papel de un médico malhumorado, sincero con los pacientes, pero con muy mal carácter. Del repertorio de vídeos que hay en Youtube he escogido éste en el que parodia a un cantante americano muy patriota -como observaréis. Si queréis pasar un buen rato, olvidar que el país está patas arriba a causa de la huelga de transportistas y conocer la faceta musical de este personaje, aconsejo visionar los demás vídeos también.

Supongo que el título de la canción será:


"AMERICA" (Subtítulo: "The States")

-¿Es necesario que escriba la letra con su traducción?



Versión peculiar de "Hey Jude" de los Beatles, acompañado por su amigo Fry que también apareció en la película Los amigos de Peter.


Si te ha gustado...
Votame

viernes, 6 de junio de 2008

Cena de testosterona, parte final, espero...

Continuación de los escritos:
Cena de testosterona y Cena de testosterona II.
Llego directamente desde el trabajo a las nueve y media al restaurante. Instantes después van llegando puntuales los demás hasta completar la mesa de ocho. Esbozamos sonrisas de complicidad, intercambiamos palabras mientras tenemos la sensación y el convencimiento de que será una noche divertida...
Antes de pedir la cena advierto a los compañeros de mesa que cenaremos para celebrar varias cosas como: las hijas de tres de nosotros están de acampada; el aniversario de mi hermano, quien llegará a partir de las once y también que es el día de la mujer en París, cosa que aquí no se puede celebrar porque mañana -por hoy viernes- se conmemoran los hechos de hace doscientos años, cuando el llamado Tamborilero del Bruc -curiosamente la identidad del cual se atribuye a un chico de Santpedor, como Guardiola del Barça- tocó su timbal en vez de tocarse otra cosa, de lo contrario seríamos franceses. Quizás por este último hecho en el restaurante sólo había tres mesas llenas, una de dos... hombres, otra de tres... hombres y la nuestra de ocho... hombres. Las únicas mujeres eran las dos chicas que nos atendieron en el restaurante.
Descifrada la carta cada uno pide lo que ha escogido, con algún cambio inesperado de última hora... que dices: Si somos de los primeros clientes de la noche y estrenamos la carta, ¿Cómo puede ser que no dispongan de uno de los platos anunciados?
De repente suena mi teléfono:
-Sí dime...
-Hola, sólo te llamo para comentarte que las niñas han llegado al campamento bien, que llueve un poco, pero que están bien...
-Ah muy bien...
-Sólo para que lo sepas... -la verdad es que no había ni caído en este pequeño detalle, si estábamos allí era para aprovechar la acampada de las niñas...
-Ahá! Muy bien, me alegra saberlo, no te preocupes por mí que yo estoy bien... -nos despedimos.
Acto seguido suena el de Martí y su mujer le comunica que los monitores han llamado a emergencias y Bomberos, Policía y Protección Civil van hacia el campamento para evacuar a los niños a causa de la intensa lluvia que cae, están en el Parque Montnegre-Corredor.
-Pero Martí, si he hablado ahora con Penélope y me ha dicho que están bien y a cubierto...

Las miradas cómplices en la mesa hacen sospechar que una parte de las mujeres está intentando boicotear la cena de hombres.
Rafa llama a su mujer para confirmar si es verdad lo que comenta Natalia... mientras habla suena de nuevo mi móvil y Penélope me confirma lo que también Mónica a su vez le dice a Rafa, nuestras hijas están siendo evacuadas del campamento y llegarán en una hora...
Estamos a punto de recibir el primer plato y ya empieza la diversión...
Los móviles sonaron más que en un restaurante de ejecutivos al mediodía de un día cualquiera, ¡Qué fiesta!
Entre chistes, botellas de cava y platos exquisitos nos llegaban noticias hasta que, justo después del postre, los tres padres responsables fuimos a la escuela a buscar a nuestras hijas.
En medio del caos provocado por las diversas dotaciones de Policía, Protección Civil y multitud de padres y madres debajo de paraguas en frente de la escuela, rescatamos a las niñas empapadas y agotas. Fuimos a casa a dejar a mi hija y volvimos al restaurante a pagar. Mi hermano ya estaba allí tomando café y una vez pagamos, dos de los padres tuvieron que dejarnos, el resto hicimos la copa prevista en el bar musical de al lado.

¿Coitus interruptus? Sí, un poquito, pero estaba justificado, afortunadamente no pasa a menudo que tengan que intervenir dotaciones en tu vida.
Creo que tendremos que repetirlo, pero mejor sin acampada de las niñas, ya encontraremos alguna excusa...

Este mediodía hemos ido a desmontar las tiendas de campaña entre diversos profesores y tres padres -uno de ellos con un poquito de resaca. Dentro de las tiendas había restos de comida, sacos y ropa mojada, residuos de todo tipo, incluso alguno que se podría considerar radiactivo de no ser que tenía cordones y se adivinaba que era una zapatilla deportiva. Mi hija Ariadna nos ha acompañado y hemos comido, ella y yo, a las cuatro de la tarde.
La tutora de Ariadna dice que han dado la noticia en Telecinco -dónde sinó- y Martí me ha enviado la noticia de Europa Press:

Susto
Bomberos y Policía evacúan a 55 menores sorprendidos por la lluvia estando de campamento en Dosrius
Cinco dotaciones de los Bomberos de la Generalitat y dos patrullas de los mossos d'esquadra evacuaron esta noche a 55 menores de un colegio que estaban de campamento en Dosrius y a los que sorprendió la lluvia. EUROPA PRESS Según han informado fuentes de los bomberos, los menores estaban de campamento en la zona habilitada para la acampada del santuario del Corredor, en el municipio de Dosrius, cuando les sorprendió la intensa lluvia. Al ver que la lluvia no cesaba, los responsables del grupo decidieron dirigirse con los menores al área de descanso del parque natural del Montnegre-Corredor para refugiarse, pero ni siquiera encontraron el camino, por la gran cantidad de barro que se formó con la lluvia. En vista de la previsión meteorológica que apunta que las lluvias persistirán durante toda la noche, los Bomberos y los Mossos decidieron evacuar a los menores y devolverlos al colegio de donde salieron, donde los esperaban sus padres. Los Bomberos aseguraron que ninguno de los evacuados sufrió ningún tipo de herida.

Desconozco si en TV3 han dado la noticia ya que no hemos podido ver la tele, estábamos peleándonos con lonas y cilindros plegables...
Ha sido una experiencia que Ariadna podrá explicar a sus nietos o bien lo escribirá en su blog -cuando tenga- como ahora hago yo.


jueves, 5 de junio de 2008

Cena de testosterona II

Continuación de: Cena de testosterona.

Como he quedado agotado de los intentos frustrados de reservar mesa en la Pizzería Il Capriccio di Rompecolloni, o una cosa parecida, y puesto que no consigo hablar con el encargado -no está nunca-, he llamado a un restaurante que su nombre tiene mucho que ver con aquello que hace el público del Camp Nou en partidos especiales. Al primer intento me han reservado mesa: esta noche a las nueve y media. Justo al lado de este restaurante hay un lugar con buen ambiente donde iremos a tomar una copa, de esta manera se evitarán los típicos choques sin querer con alguna farola de calle colocada a mala leche en medio de la acera...
¡Ah! Por cierto, podremos celebrar con una buena cena el aniversario de Marc, aunque él no podrá venir hasta pasadas las once.

Cena de testosterona.

Por una simple cuestión de amor propio, el martes por la mañana decidí organizar una cena:
A raíz del escrito Los hombres estamos perdiendo fuelle, Martí F. hizo el comentario detonante:

Sergi, te tengo que decir que este recorte me ha inspirado mucha solidaridad, como comprenderás, ya que mi mujer era una de las "instigadoras" de la cena de "mamás". (Ojo, que ahora amenazan con una sesión de Tapper-Sex!) Ahora bien, lo tienes facilísimo, chico. ¿Verdad que la acampada de las niñas será esta semana? ¡Pues ala! Espero tu llamada para cenar el Jueves...

Automáticamente enebré la aguja (expresión catalana similar a manos a la obra):

El jueves, a pesar de ser el día que tengo más trabajo -ya lo sabes- podremos hacer un pequeño esfuerzo. ¿Lugar? Nos llamamos. Hora: quizás entre las nueve y media y las diez. ¿Quien? Martí F. y, de momento, yo mismo. ¿Alguien más?

No tenía tiempo de redactar una circular parecida a la de las madres con cosas como: Aprovechando que los niños de 6º se van de acampada los padres hemos decidido hacer una cena, quedan excluidas personas del sexo femenino que tengan relación madre-hijo con alumnos de 6º bla, bla, bla...

Móvil en mano tiré de lista de teléfonos y uno a uno fueron cayendo, incluso mi hermano, y los emplacé hoy a las nueve y media en una pizzería del pueblo.

Por la tarde me llamó mi hermano diciendo que él no podría venir a cena porque era... su aniversario, una excusa como otra cualquiera... pero lo entendí y lo invité a que viniera a tomar una copa más tarde. ¡Cojonudo! ¿Aparte del motivo de la acampada de la niña podríamos aprovechar para celebrar el aniversario de mi hermano con el pequeño inconveniente de que él no estaría, es un motivo bastante convincente para llevar a cabo una noche de testosterona justificada ¿No? ¡Pues ala!


Enebrado el hilo en el aguja me encargo de reservar mesa, pero no tengo el teléfono y recurro a Google. ¡Perfecto! El nombre sale en el buscador... direccióoon... ¿Teléfono? no facilitado !?!¿Cómo es posible que en una pizzería no tengan teléfono? Tengo que reservar y no dispongo de medios. Busco la guía del pueblo, sale la pizzería, pero no el teléfono de contacto, flipo...

Esta tarde me he acercado en coche y, a pesar de estar cerrada, una chica desde dentro me ha dado una tarjeta de visita donde sí aparece el teléfono.
Es para reservar mesa, pero el encargado no está, tengo que llamar mañana por la mañana, aunque la chica me advierte que no aceptan reservas más tarde de las nueve menos veinte -flipo todavía más-, pero si es así acabaremos cenando en uno de aquellos lugares en los que te coges la comida desde el coche y te lo comes por el camino, ya que eres incapaz de llegar a tu destino con aquel olorcito acariciándote las fosas nasales... Llamaré a ver si encontramos mesa para cenar, hablar de deportes, de motor, de muj...s y basta.

Me siento y de tanto decir que enebro hilo en la aguja...

La señora aguja me mira vestida de hilo de color caca de oca y me dice:

- Ya estoy preparada.

Hago el nudo en la cola de su vestido, lo abrazo con mis dedos e introduzco su punta en la ropa de la chaqueta de buena marca que me regaló mi mujer. De uno en uno empiezo a coser y a reforzar TODOS los botones que supuestamente tendrían que venir bien cosidos de fábrica, con la pasta que hacen pagar...

Por cierto, mi hermanito Marc hoy cumple 38. Quizás tendría que escribir alguna cosita en el blog, algún recorte de infancia como aquello de tirarle del pelo mientras jugábamos de pequeños y a los tres segundos lo abrazaba y le daba muchos besos... pero si él está presente en la mayoría de mis escritos...

Me emocioné escribiendo una frase:

Mi hermano es con quien pasé los mejores días de mi infancia... y estoy convencido de ello.

¡Felicidades Marc!

Recortes de Buenafuente y compañía.

Hoy he ido a parar a este vídeo y no puedo reprimir las ganas de colgarlo aquí, creo que es muy bueno.

Si es que los catalanes somos gente muy normal...

miércoles, 4 de junio de 2008

Haciendo de marujón en Tenerife.

Escrito continuación de Primeros pasos (Tenerife)



Fue en Tenerife donde Penélope y yo empezamos a decir cosas como: mi marido dice... mi mujer dice... recuerdo que nos daba cierta vergüenza, no estábamos acostumbrados, teníamos la sensación de estar mintiendo -qué tontería-, a pesar de no habernos casado, no se podía considerar mentira ¿No?

Nos despertábamos juntos y la primera cosa que hacíamos después de levantarnos era correr las cortinas del comedor para dejar entrar el sol de cada mañana, el mismo sol de siempre, sin cambios, sin niebla, sin lluvia.

Desayunábamos con la vista clavada en el puerto de Los Cristianos, eran tiempos en los que no se sucedían las tristes escenas de llegada de pateras cargadas de almas llenas de sufrimiento. El sonido grave de la sirena del Ferry proveniente de La Gomera anunciaba a todos su llegada y desperezaba nuestros sentidos. Con la tostada a medio comer contemplábamos las maniobras de atraque que llevaba a cabo en el puerto y cómo abría la boca de proa para zamparse la hilera de coches de alquiler de los turistas más madrugadores.


Ella iba a trabajar y yo me quedaba. Un beso, algunas indicaciones y nos volveríamos a ver a la hora de comer, en casa.

Durante todos los meses que estuve sin trabajo en Tenerife me encargué de las tareas del hogar. En casa de mi madre y debido al mucho trabajo que tenía en la peluquería, casi siempre habíamos tenido señora de la limpieza y yo no recordaba haber planchado una camisa en mi vida, sí que hacía mi cama y ponía y recogía la mesa, pero ni lavadoras, ni limpiar en general, ni nada de nada, la expresión catalana: fer dissabte, que traducida literalmente es: hacer sábado y significa limpiar la casa a fondo, era levantarme de la cama tarde, desayunar y tocarme las... narices, o bien ensayar con los Trols en el sótano de la casa rosa, ahora que lo pienso, quizás era lo mismo...


Lo tomé muy en serio, era la primera vez que tenía que ocuparme de las tareas del hogar. Me conciencié y asumí aquella responsabilidad al ver que si no fregaba, no lo hacía nadie, si no pasaba el aspirador, el suelo quedaba sucio y, claro, mi esposa me aleccionó, pero creo que se excedió un poquito.

El primer asalto era la cocina, fregaba -a mano- los platos de la cena de la noche anterior y los del desayuno, limpiaba todo hasta que quedaba una cocina como si tuvieran que hacernos un reportaje de revista. Después pasaba a la zona de habitaciones, que ya estaba lo bastante ventilada, y hacía la cama. Una vez había acabado y con la espalda pegada a la camiseta aspiraba el piso entero de tres habitaciones, baño y aseo, distribuidor, cocina y comedor con sala de estar, hasta al balcón le daba un repaso. Finalmente llenaba el cubo para fregarlo todo hasta que llegaba al baño, donde ya me desnudaba y me metía en la ducha.

Las lavadoras y el cocinar eran tarea de ella, la plancha a menudo era mía y no se me daba nada mal. Mientras planchaba pensaba en la cara que pondría mi madre si me viera, de hecho en una de las visitas que nos hizo ya me lo dijo:

-Anda rey, que en casa no hacías ni la mitad que aquí...

-Si es que no me dejabas... -respondía yo sonriendo.

Todo ello lo hacía cada día engañado, porque dos personas en un piso como aquél no ensuciábamos tanto como para tener que aspirar y fregar el suelo a diario, pero claro, a ella le iba bien, teníamos la casa como una patena e incluso me fastidiaba que dejara huesos y rabos de cereza sobre la mesilla del sofá -todavía ahora me los encuentro de vez en cuando, debido al auge en casa de devoradoras de cerezas en la época de meneallas.

Llegué a convertirme en un marujón durante aquellos meses en los que estábamos solos en el piso, pero entonces llegaban mis suegros con mi cuñada y cambiaba el cuento, dejábamos de compartir cama en la habitación grande para separarnos por habitaciones, los suegros en la de matrimonio, yo, solo en la habitación pequeña -que además era la de planchar- y Penélope dormía con su hermana en la otra habitación.

Aquel pisito que yo había convertido en mi pequeño reino, limpio, aseado y ordenado, de repente era invadido por huéspedes de pleno derecho y costumbres que rompían el orden, en aquel momento me daba cuenta de que mi castillo era frágil, de papel, no de piedra, por eso insistía en buscar un lugar para nosotros y no tener que pasar por aquello, pero, con mucha sensatez, Penélope frenaba mis impulsos, no teníamos bastante dinero y era lo mejor que podíamos hacer, sólo estarían tres o cuatro meses -para mí una eternidad.

La parte buena de la historia era que yo dejaba de hacer la mayor parte de las asumidas obligaciones, ya que mi suegra no quería que lo hiciera, todavía no entiendo porqué, pero no me opuse y me lo tomaba como unas vacaciones. Iba con mi cuñada Elma, de dieciséis o diecisiete años, a la piscina comunitaria. Jugábamos a cartas, nos bañábamos, tomábamos el sol, hablábamos de mil cosas, nos peleábamos como hermanos, toda la tarde tumbados a la bartola mientras mi suegra trasteaba por el piso, mi suegro andaba dando vueltas por ahí y mi mujer trabajaba.

A veces venían de visita los Velázquez, unos amigos canarios de mis suegros, y pasábamos la tarde jugando a cartas, al juego del cochino o coyino, como dicen ellos -dicho con mucho respeto y cariño, claro- que básicamente trata de tener cuatro cartas en la mano, pasar una carta al de tu derecha a la señal de uno, dos, tres y cuando te encuentras con cuatro cartas del mismo número plantas el juego poniendo las cartas con la mano en medio del corro y gritando: -¡Cochino! El resto tiene que seguirte y hacer lo mismo y la mano que llega más tarde pierde. Es simple y supongo que debe haber mil variantes de este juego, allí la gracia era que nosotros también gritábamos: -¡Coyino!

Con el tiempo, el rincón de mi mundo volvía a ser mío, los suegros se marcharon con mi cuñada y nos dejaron el piso, que no nos iba nada mal, el coche que tampoco y a Charlie... su perro pastor catalán que, debido a su largo pelaje, sería la atracción del paseo entre Los Cristianos y Las Américas.

Se convirtió en mi sombra y en fiel compañero de paseo.

lunes, 2 de junio de 2008

Cosas de niños...

El jueves veintidós de mayo fue el aniversario de Joel, nuestro hijo. Ya cumplió ocho años y lo celebramos el sábado por la tarde en un parque donde hay mesas y bancos de picnic. La zona era la más frecuentada por el grupo de mi juventud -sobre todo a partir de cuando las chicas empezaron a formar parte de él- y la llamábamos el campo verde, quizás no sea necesario que diga porqué... o tal vez sí: ahora que lo pienso detenidamente, yo que creía hasta ahora -de manera inocente- que le llamábamos así por la abundante vegetación y la gran alfombra de hierba que hay bajo los chopos... me doy cuenta de que quizás el nombre, campo verde, también hacía referencia a la destinación que a veces le dábamos con juegos de corro como: verdad o acción, el conejo se ha escapado... juegos que ayudaban a mantener nuestro torrente sanguíneo en constante movimiento, con el calor de venas que eso representa cuando hierve la sangre.
(Foto: Se supone que en mi mano debería tener sujeta la piñata que los niños me arrancaron)

El sábado, a pesar de habernos levantado con la tan deseada lluvia, por la tarde el tiempo aguantó y no cayó ni una gota, incluso salió el sol. A primera hora recibí tres llamadas: dos de madres angustiadas por si se haría la fiesta y otra para dar de baja a su hijo, supongo convencida de que no se podría hacer.
Fue una gran suerte, porque el único Plan B que teníamos en caso de lluvia era acabar dentro de casa con todos los niños, lo cual era una bomba de relojería a punto de estallar, sino haced la prueba, mezclad: niños + ganas de jolgorio + lluvia = ............................ (Espacio para rellenar una vez hecha la comprobación).
La tarde pasó entre juegos infantiles en el parque, golosinas, merienda y botellas inestables que vierten refresco sobre la mesa.

Los columpios y maquinaria diversa para los niños están hechos con madera y neumáticos y, desde donde estamos, para acceder a ellos, los chiquillos tienen que cruzar un pequeño puente también de madera por encima del arroyo. En algunos tramos este arroyo está seco, pero en otros tiene agua estancada y turbia, de un color blanquecino. Para seguir la tradición empezada por su hermano el año pasado, Adrià se cayó justo dentro de aquel tramo y el agua le llegó al cuello, cosa que provocó que yo tuviera que dejar la fiesta y llevar al niño desnudo y cubierto con una toalla -que llevábamos en el coche- hacia casa para dejarle ropa de mi hijo. Conduje rezando para que no me parara la policia.
-Cómo explicarle a un policia que llevas un niño desnudo detrás mientras le miras la cara y piensas que no te cree?
-Me creerán los vecinos cuando me vean entrar en casa con Adrià cargado en mi hombro para que no pise el suelo?
Por suerte no tuve que dar explicaciones a nadie, excepto a Mónica, claro, la madre de Adrià.
La chiquillería juega al escondite y el que para es Roger, hijo de los padrinos de Ariadna y el más pequeño de todos -es curioso cómo se las apañan los mayores de siete u ocho añitos-, pero en vez de parar en un árbol o en una de las grandes rocas del parque -usadas de banco- los niños deciden que pare dentro del arroyo, en un tramo sin agua y junto al margen. Observo la dificultad que tienen para salir y esconderse, el suelo resbala mucho y es peligroso y aconsejo cambiar de lugar, pero no estoy seguro de si me harán caso.

Al cabo de un rato nos alertan de que Olmo, uno de los niños, se ha hecho daño dentro del arroyo seco, ha resbalado y ha caído de rodillas, nos acercamos -madre incluida- y lo encontramos sentado, estático y llorando. Tuvo que dejar la fiesta antes de tiempo, pero, aparentemente, sólo tenía un golpe, muy doloroso seguramente. En la foto: Olmo es el que decide pasar el puente por una ruta alternativa.
El lunes por la tarde la madre de Olmo me dice que estuvieron hasta las dos de la madrugada en urgencias, que se le había hinchado, pero mientras hablamos aparece el niño corriendo como si nada. Más tarde nuestros hijos tienen partido de fútbol y Olmo quiere jugar, pero la madre le recuerda que el médico recomendó dos días de reposo y el niño le dice:
-Juego hoy el partido y después ya descansaré tres días!
Cosas de niños...