Ahora me asaltarán las dudas, los interrogantes que bailan por las cabezas de muchos de nosotros:
¿Una de cuarenta o dos de veinte?
¿Quizás me haya vuelto loco?
Hemos compartido más de la mitad de nuestras vidas, veinticuatro años de amor y no me arrepiento ni siquiera de una sola hora pasada a tu lado, a lo sumo quizás contaría un total de cuarenta minutos de vida en los que me has machacado con limpiezas de cutis -puntos negros-, "cañonazos" de depilaciones láser a los pelos de mi cuello y los diez minutos que aguanté de masaje a manos de aquel compañero tuyo, el osteópata francés que, sólo empezar, me tomó una mano -yo tumbado- me pidió que relajara el brazo y con un fuerte movimiento de arriba abajo, provocó que mi codo diera con el borde de la camilla de madera y el corazón me quisiera salir por la boca!
Excepto esto, estoy feliz y contento de estar contigo.
Siempre digo que tu cumpleaños cae fatal -de fecha, quiero decir- porque es en septiembre, en plena depresión post-vacacional -cómo dicen- y con los bolsillos vacíos. Lo siento, la madre que te parió así lo quiso, supongo.
Sé que tienes muchas esperanzas en esta fecha y no querría decepcionarte, pero es difícil, sabes que lo hago todo en el último suspiro, pienso que de esta manera me llegará la inspiración fácil, pero de vez en cuando me equivoco, no soy perfecto. Sólo te pido que, pase lo que pase, sepas perdonarme si crees que me he equivocado.
Te quiero.
PD: ¿Con eso no he contestado el interrogante inicial?
Bien, no me andaré con rodeos, sin duda una de CUARENTA!
(Las de veinte no saben que existo)
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