lunes, 21 de enero de 2008

El Collell y nuestro amor particular

Ayer fuimos a Santa María del Collell de excursión con nuestros hijos (todavía no lo conocían), mi hermano, que es ex-alumno también, su mujer y mi sobrino. Nos encontramos a Mossén Prat que, evidentemente, no nos recordaba, pero nos alegró verlo y saber que Mosén Jou está en Les Planes?!? pero que todavía está.
Comimos delante de la iglesia, hay mesas de picnic, subimos a los campos, hice fotos, también jugamos con los niños en la explanada, sólo se podía entrar a los lavabos de abajo y a la iglesia, ¡qué lástima! nos habría gustado poder ver más, pero en cierto modo es comprensible que esté cerrado. Una jornada muy agradable con un día de sol y calorcito que se agradece en esta época. Por la tarde acabamos en Banyoles tomando un café delante del lago y los niños dando pan a los patos.
Podríamos decir que el Collell es el lugar donde empezó todo, el origen de mi relación con la madre de mis hijos, debido a eso, ocupa un lugar muy importante en nuestros corazones. Tanto a Penélope como a mi, cuando vamos al Collell, nos embarga la emoción. Son muchos los días que compartimos en aquel pedazo de mundo. Es una sensación especial recorrer todos aquellos rincones y campos que fueron testigo silencioso de nuestra particular historia de amor.
Todo empezó cuando Penélope y yo cursábamos segundo de lo que entonces era el BUP. Teníamos dieciséis años y hacía una semana que tonteabamos, ella me reía las gracias. Aprovechando que Penélope era amiga de una amiga mía, Kitty -hacíamos el trayecto juntos en el autocar de Barcelona- sin darme ni cuenta, tenía acceso a una de las chicas más guapas y populares del curso.
Yo esperaba el momento oportuno para pedirle para salir, como se dice, pero ella se me adelantó al menos una semana, parecía tener prisa.
Una noche, justo antes de irse, me dio un papelito doblado advirtiéndome de que no debía decir nada a nadie y, sobre todo, que no lo leyera hasta que ella se hubiera marchado (era un colegio internado, pero las chicas iban a dormir a una residencia de monjas a Banyoles cada noche). Con manos temblorosas y confundido por la incertidumbre de la situación, obediente como un monaguillo, le hice caso. Nos despedimos tan sólo con un adiós y alguna sonrisa. Cuando la perdí de vista al final del pasillo me dirigí al comedor, era la hora de cena. Las palabras de ella resonaban en mi cabeza e iba pensando: ¿puede ser algo bueno o puede ser algo malo, quizás no quiere saber nada más de mí o quizás sí? Desplegué cuidadosamente el papelito y escrita dentro había la pregunta del millón: ¿quieres salir conmigo?
Una amplia sonrisa quedó grabada en mi cara, acto seguido intenté disimularlo, pero era muy difícil... Llegué al comedor nervioso y me ubiqué en el lugar de siempre. En pie todos para bendecir la mesa antes de sentarse: "Dios Padre Omnipotente, con vuestra divina palabra, bendecíd esta mesa y a todos nosotros, Amén," (creo que es interesante introducir este detalle). Mientras los demás rezaban, Ricard, "Pitxi", que era del mismo pueblo que Penélope me dijo:
-Es una chica muy rara... Seguidamente, alguien más me soltó:
¿Qué le dirás, que sí o que no?
Supongo que la cara que puse fue suficiente para que empezaran a reírse de mí. Exclamé atónito:
-Pero, si me ha dicho que no lo dijera a nadie... Cómo son las mujeres...

Al día siguiente por la mañana, después de estar toda la noche con la sonrisa en la cara, le respondí que sí, le confesé que tenía previsto pedirselo al cabo de una semana, sin embargo...
Y así fue, ya éramos pareja formal desde las diez de la mañana de aquel viernes 30 de noviembre de 1984, un día en el que lucía un cielo azul intenso y de sol espléndido y radiante...
Nos dimos el primer beso por la tarde, en el distribuidor delante de los lavabos (debajo de las habitaciones de COU letras) momentos antes de separarnos para ir cada uno a su casa. Fue un fin de semana larguísimo. El lunes más deseado de mi vida en el Collell fue el siguiente.
Aquel día marcó nuestras vidas, hubo quien se alegró y alguien que no, pero no me arrepiento de nada. Estoy felizmente casado con la mujer que he amado, amo y amaré siempre, si ella me deja, claro está.
Esta visita al Collell es la segunda desde que terminamos COU. Doy gracias a la persona que permite que los visitantes puedan acceder al lugar en donde Penélope y yo nos besamos por primera vez, porque así podemos besarnos ahora con la misma intensidad y después mirarnos a los ojos, cómplices, con esa sonrisa grabada.
La misma sonrisa que me ha acompañado toda la vida. Todavía ahora la miro y sonrío pensando:
¡Qué afortunado soy!


5 comentarios:

Anónimo dijo...

He leido "el collell y tu historia de amor". Me ha parecido preciosa.
Hablas con cariño de mossen Jou, de hecho he encontrado tu bloc por casualidad en el google buscando la noticia que una amiga (ex alumna del collell, claro) me ha dado esta mañana. Mossen Jou ha muerto en un accidente de trafico. Lo entierran mañana, no se todavía ni la hora ni el lugar. Espero que recibas este mensaje.
Un saludo,
Ex-alumna collell.

Els del PiT dijo...

Ex-alumna del collell:
Muchas gracias por tu comentario. He conocido la noticia a través de un compañero y he puesto un comentario en mi otro blog (el original en catalán). Como he dejado aparcado este blog, no había caido en añadir aquí esta pérdida. Gracias de nuevo por dejar constancia de ello.
Sergi M. Rovira
Dejo aquí el enlace al blog original:
http://elmeumonpetit.blogspot.com/2008/01/el-collell-avui-penlope.html

En los comentarios podréis ver el enlace a la noticia en cuestión.

Descanse en paz Mn. Jou.

Unknown dijo...

Hola,
Me ha parecido una historia bonita y romántica,sinceramente.Soy un ex-alumno del año 75,estuve internado en el collell desde los 9 a los 14.En aquella época las cosas eran bastante diferentes,miro las fotos del colegio y es increíble la diferencia,en muchos aspectos ha mejorado muchísimo y francamente me alegro del uso actual.Para mi,sin embargo,sigue evocándome tal como era.Cuando te has formado una parte de tu vida entre sus paredes,te sientes parte de él,de su história,cómo él forma parte de la mía.Al verlo,siento que en realidad las dos han corrido en cierto modo,paralelas entre si.
Lamento lo de Mn.Jou..
Un saludo,y felicidades por el blog.
Josep Bosch

Els del PiT dijo...

Hola Josep:
Soy consciente y sé de buena tinta que en tu época era diferente, hace poco conocí a un ex-alumno de los años 60 y mis sensaciones no tenían nada que ver con las suyas. El hecho de haber estado conviviendo las 24 horas del día con el resto de compañeros durante años hace que todavía mantengamos ciertos vínculos (pronto volveremos a celebrar una cena).
Saludos y muchas gracias por tu comentario.
Sergi M. Rovira

JOSE LUIS POSA dijo...

Yo tuve la desgracia de topar con Mossèn Piera, el Sr Rodeja y otras malas hiebas por suerte me expulsaron a los dos años y recuperé la libertad. Años mas tatde, ya casado y con dos hijas pasamos muchos veranos en la hospederia con los vintró y los vilanova que me compensaron de LA GABIA.