martes, 11 de marzo de 2008

Las cosas se rompen

Esta mañana nos hemos levantado de la cama con ganas de romper.

Alguien ha roto el cristal de un pequeño cuadro que tenemos en el pasillo.

Alguien ha salido de su habitación para ir al lavabo a hacer pipí y mientras caminaba hacia el lavabo, se desvelaba estirando los brazos, con tan mala suerte, que debido a que éste alguien crece, ha descolgado sin querer el cuadro y ha caído al suelo haciendo añicos el cristal. Ahora ya está en conjunción con la pareja de este mini-cuadro que no tenía cristal tampoco.


Más tarde, alguien más ha convertido en dos un calzador de plástico intentando ponerse unas zapatillas de cordones!?!

Si son de cordones me pregunto:
¿No puedes abrir la zapatilla al máximo para que el pie entre sin la ayuda de un calzador?
La pereza no es buena para nada, dice siempre a mi madre...





A la hora de desayunar, casi todos hemos roto galletas y magdalenas para mojarlas a la leche.

Y es que no entiendo que los cuadros vayan protegidos con cristal, ni que haya calzadores de plástico.
Ahora bien, considero del todo imprescindible que galletas y magdalenas se puedan romper con facilidad.



Espero y deseo que hayamos cumplido con creces el cúmulo de despropósitos de hoy.

Quiero dar testimonio de las pequeñas cosas que suceden a diario en casa, como en todas las casas, mostrando esta sorpresa de alguien que un día rompió un calzador, pero lo compensa con detalles agradables.

Hablando de galletas...
















... y de alguien que rompió un cristal y lo compensa con arte.






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