viernes, 28 de marzo de 2008

Tora, se llamará Tora.

Durante el día de hoy he estado decidiendo que se llamará Tora, de pastora. Es un nombre que considero apropiado debido al lugar de donde proviene, un pequeño pueblo perdido en medio de la nada cerca de los Monegros.
Comimos Penélope y yo en el restaurante de una Área de Servicio de la zona, en la autopista, y preguntamos acerca de cómo llegar al pueblo de Farlete. El encargado del restaurante, con el plano en la mano, nos lo indicó, pero como están haciendo obras de mejora de los accesos, que curiosamente los empeoran y tienes que dar una larga vuelta, nos liamos.
No hubo manera, ni el GPS del coche localizaba Farlete debido a que no existe ninguna calle registrada y parece ser que si el pueblo no sale en el GPS ¡No existe!
Nos detuvimos en una gasolinera y al preguntarle al encargado por el pueblo en cuestión, pensó que era una broma y me dijo literalmente:
-No tengo ni p... idea -educadamente, claro.
De la gasolinera al pueblo de Farlete hay unos catorce quilómetros solamente.
Entonces le pregunté por el pueblo más cercano, Villamayor y sí me supo indicar, pero tuvimos que dar a una señora vuelta.
Una vez encontramos Villamayor fue todo coser y cantar y llegamos con facilidad.

Rural y desértico, en un cubierto cerrado y con barro en los zapatos, fuimos a buscar a Tora.
A pesar de que habíamos visto las fotos de la camada, no teníamos claro qué cachorro nos quedaríamos, teníamos que escoger entre tres hembras.
Ariadna me había dicho:
-Escojáis la que escojáis, me parecerá bien, pero si es la de tres colores, mejor -presionando.

Y es que ella ya había escogido, nuestros vecinos acaban de adoptar una Border Collie tricolor de tres meses y ya nos habíamos hecho a la idea.
Una vez dentro de la cuadra donde estaban los cachorros con la madre, me agaché en un rincón para hacerles una foto. A punto para disparar percibo un movimiento entre mis rodillas y veo a uno de los cachorros que no había ido a mamar de la madre como los demás. Casualmente era tricolor y le dije a Víctor, el criador:
-No me digas que se ella.
Se la mira y dice sonriente:
-Pués sí, esa es.
-¿Has estado preparándola toda la noche para esto o qué?
Nos reímos de la actitud de Tora.
Y así fue, no quise si siquiera fijarme en las otras dos hembras, fue Tora quien nos escogió.

Viaje tranquilo, aparte de las cuatro veces que tuvimos que detenernos entre los primeros cien metros y los cinco quilómetros -había comido pienso y mamado leche de su madre.

En casa, después de darle jabón cuatro veces en la bañera y un buen secado, un pipí aquí, una caca allí y a comer el pienso, ¡Que tengo hambre!
Espero que con los días vayamos acostumbrándola a su nombre: TORA.
(Con esto me refiero también a mis hijos, claro)


No hay comentarios: