Me entristeció el estado de la farola, incluso se puede apreciar que algún indeseable ha utilizado la farola como diana. Sin la mano del hombre no habría podido hacer nunca la foto de cabecera con el contraste que me llamó la atención, esa mezcla de naturaleza y artificialidad, pero la mano que tiró la piedra se podía haber metido dentro de algún agujerillo del dueño y ahorrarse la fechoría.
También me entristeció que le hubieran puesto esta malla obrera a modo de falda, justamente ahora que hace tanto calor y podía lucir su desnudez con todo su esplendor ante los pocos visitantes que recibe.
Después de tanto follón de ruidos, vallas metálicas y hoyos en el suelo he vuelto a mi pequeño mundo, mi paraíso terrenal y he escrito cuatro líneas, con un refresco de naranja al lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario