miércoles, 26 de noviembre de 2008

Jet hgzzz...

Foto de un avión al que nunca he subido.


Hgzz... ffff... hgzz... hgzz... ffffff... hgzz-ffff... hgzzzz...

Con los ojos medio cerrados sufro un jet lag que contribuye a hacer mayor aún el mito de manta que me ha perseguido desde los tiempos del beisbol. Añado esto a mi bagaje personal como cosa-que-no-sé-llevar-con-naturalidad. Quiero dormir. Estoy espeso, cansado, abatido, destrozado y tengo el cuerpo dolorido. Quiero dormir. Además, me siento muy pesado, pero no sólo porque haya cometido excesos en el buffet libre del hotel, me siento pesado y lento de movimientos por culpa de las veinticuatro horas que pasaron desde que dejamos el hotel hasta que aterrizamos en el aeropuerto de El Prat. Quiero dormir. Si ya me cuesta aguantar una película entera en el cine teniendo en cuenta las butacas enormes y espaciosas que tienen las salas en general, pasar más de diez horas enlatado en un asiento de turista (levantándome de vez en cuando para ir al lavabo y estirar las piernas) ha sido una experiencia que me ha hecho pensar que el esfuerzo no sería compensado con nada de lo que pudiera encontrar en Méjico. Quiero dormir. Cuando todavía quedaban tres horas para llegar al aeropuerto de Cancún continuaba pensando que la única motivación que tendría para el vuelo de vuelta sería precisamente eso, la vuelta. La estancia en Riviera Maya. Chichen Itzá...
Me equivoqué.
Quiero dormir...
Hgzz... ffff... hgzz... hgzz... ffffff... hgzz-ffff... hgzzzz...

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