miércoles, 6 de agosto de 2008

¡Ay el calor!

De repente oigo que alguien corre por el pasillo de las habitaciones y aparece en la cocina mi hija Ariadna -de once años y pico- con la cámara de fotos y una sonrisa de oreja a oreja.
Ella me mira de reojo con esos ojos negros y nerviosos, puedo sentir la agitación del momento y pienso en qué debe ser lo que ronda por su cabeza... ¿qué está pasando?
Entro en la cocina y allí, en un ángulo que sobresale de una pared, salgo de dudas:
Una pareja de moscas está perpetuando su especie -como si fuese necesario- y mi hija intentando perpetuar el momento entre risas.
Pero no todo puede ser perfecto, ¡la cámara no tiene bateria!
Ahora que no nos tenemos que preocupar por los carretes, hemos pasado a preocuparnos de la batería.
Como a cualquiera le puede pasar, mi mujer y yo hicimos setenta y dos fotografías al Monasterio de Piedra -que es exactamente como nos quedamos cuando descubrimos que la cámara no llevaba carrete..., ¡de piedra! ya me extrañaba a mí... no había oído hablar nunca de un carrete con tanta capacidad...
Y claro, fui a buscar el móvil y ala, foto al canto y para el blog, a pesar de la calidad, que ya disculparéis -supongo.

Este calor provoca actitudes poco cuidadosas en los seres vivos, ya se podían haber escondido en otro lugar... ¡es pornográfico!

Dos cositas:

-¿Seré condenado a la horca si confieso un asesinato?

-¿Sería atenuante si aduzco que tuvieron una muerte dulce y similar a la deseada por muchos?

2 comentarios:

Samabuai dijo...

Yo soy de esas personas que me gustaría una muerte así de dulce...

Els del PiT dijo...

Samabuai:
En honor a la verdad, su muerte fue ràpida, sin agonías, pero eso sí, el último recuerdo de esta vida fue dulce, estoy convencido
;-)