
¡siempre tenía que hacer alguna cosa!
Con nuestra hermana era diferente, era pequeña, menudita y nosotros teníamos poca paciencia con ella, mi madre nos obligaba a llevarla a jugar con nosotros.
Recuerdo un día que nos la llevamos a jugar al "patio de la abuela" -un descampado con casa en ruinas incluida que había justo detrás del edificio donde vivíamos- enseguida se cansó, tenía unos cuatro años e iba vestida con la camiseta del Barça. Tan pronto como ella se distraía, nosotros echábamos a correr para que no nos viera y nos perseguía llorando.
Siempre he tenido aquella imagen y su llanto clavado en el corazón, no era yo quien huía y la hacía llorar, era otro.
Yo soy buena persona, estoy convencido de mi bondad, quizás por eso, me arrepiento de todo corazón del mal que haya podido hacer a las personas que quiero.
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