viernes, 1 de febrero de 2008

Escapadas nocturnas, del Collell a Girona de fiesta

Año 1987, cursando COU en Banyoles.

Tengo diecinueve años, carnet de coche y algunas veces, con el buen tiempo, voy al Collell en el Mini ¿Ya soy mayor, no?

Es jueves por la noche, Martí, Rafi, Marcos, Lela y yo llevamos toda la semana planeando una salida para esta noche. Los jueves es el día de fiesta grande en Girona. Somos conscientes de que es una escapada peligrosa, pero ya hemos hecho alguna en el Ford Fiesta de Lela.

-No debemos decirlo a nadie, sólo nosotros lo sabemos, si alguien se va de la lengua, todo se puede ir al garete y tendremos que dejarlo hasta una nueva ocasión... al menos una semana. Cenamos entre miradas cómplices, sonrisas disimuladas y sangre hirviendo por nuestras venas. Temas de conversación vacíos para no despertar sospechas. Vamos al bar un rato a jugar al futbolín.

¡Cómo domina Macari la zona de la portería, es un crack!

Después del futbolín vienen los dados, el mentiroso ¡Pócker al As! ¡Pásalo, levanta! ¡ah! y reímos...

Estamos nerviosos, el tiempo no pasa. Por fin llega la hora, cada uno a su habitación. Acicalado y vestido me meto en la cama a esperar...
Jesús Zuferri -el monitor- ya está recluido en su habitación, creemos que duerme. De hecho, todo el mundo debe de estar durmiendo, es muy tarde, noche oscura. Poco a poco vamos bajando las escaleras del patio interior, salimos por secretaría -la puerta principal de la escuela- y nos dirigimos al aparcamiento donde nos espera impaciente mi apreciado Mini. La grava del suelo delata cada pisada nuestra, procuramos ir con mucho cuidado, las ventanas abiertas de las habitaciones de COU ciencias podrían oirnos y si nos descubrieran, sería nuestra perdición, definitivamente un desastre para nuestras intenciones. Casi no podemos respirar, nos falta el aire a pesar de la naturaleza que nos rodea. Sólo los grillos rompen el silencio con sus notas.
Tal y como habíamos quedado, entro en el coche y ellos empiezan a empujar, motor apagado y marcha atrás en la oscuridad.

Entonces pienso: -¿Porqué no lo habré dejado encarado? ¿Será mi inexperiencia quizás?

Los neumáticos hacen demasiado ruido al rodar sobre la grava de la entrada. Empujan cuesta abajo el coche y yo intuyo el camino. Todo va según lo previsto, diez segundos y llegaremos a la carretera...

De repente oimos un motor a lo lejos y, acto seguido, los faros de un coche que se acerca se dejan ver entre las ramas de los árboles más bajos cerca de la carretera. Echo un rápido vistazo a mi alrededor y no veo las siluetas de mis cómplices.

-¿Dónde se han metido?! ¡Se han escondido!!! Agacho la cabeza, voy pendiente abajo marcha atrás, sin ver y directo al margen del camino, el pedal de freno no responde y no quiero dar el freno de mano, haría demasiado escándalo. Me digo: -Algo no va bien...

Tras una sacudida el coche se detiene por fin en el margen. Continúo con mi cabeza bajo el volante pegada a mis rodillas, algo me ahoga, el corazón me late deprisa y me duele, parece que quiere salir por mi garganta, no me deja respirar... ¡Qué nervios!¡Los faros del vehículo pasan de largo hacia El Torn, falsa alarma. Lentamente recupero el aliento, pero el corazón continúa a su ritmo. Las figuras traidoras surgen de la oscuridad y se acercan a mi con las sonrisas heladas, a pesar del calor que hemos pasado. Estamos muy excitados ¡Qué susto!

Nos cuesta horrores sacar el Mini del arcen, no podemos poner en marcha el motor todavía, nos descubrirían. Faltan sólo cincuenta metros para llegar a la carretera y lo habremos conseguido. Todos a una hacemos fuerza, ya salimos, ya llegamos, ya estamos. No nos importa tanto la grava. Llegamos al final del camino, al Stop. Miro a ambos lados mientras ellos suben de uno en uno y le doy al contacto. ¡Le cuesta, el estárter! ¡Vuelvo a probar y se pone en marcha el perezoso motor, intermitente a la izquierda, primera y adiós. Ya vamos dirección a Girona, quitándonos el miedo del cuerpo, comentando el susto pasado entre carcajadas nerviosas.

De fiesta hasta la madrugada, sensación total de libertad...

Normalmente íbamos preparados con ropa de deporte en bolsas y una pelota. Volvíamos al amanecer, nos deteníamos unos kilòmetres antes en la carretera a cambiarnos de ropa y, en cuanto aparcábamos, salíamos disparados hacia los campos de deporte para, si alguien nos veía, simular que habíamos madrugado para hacer deporte. Como era de esperar, los partidos de fútbol eran a cámara lenta y las clases del viernes se hacían más eternas que nunca.
Una vez pasamos por Banyoles a ver a las chicas de la Residencia, otra llegamos al pueblo de Llançà, compramos pan para desayunar y nos hicimos una foto. Estaría bien encontrarla, no sé quién la tiene.

Como esta experiencia hay unas cuantas, no muchas, a veces venía algun otro compañero, pero nunca fuimos más de cinco en un coche.
Sólo en el caso de que lo lean mis hijos o los vuestros:
Es un acto irresponsable, inaceptable, inmaduro, inconcebible, insensato, incomprensible, incorrecto, inapropiado...

No quiero ni pensar en la que se podía haber armado si hubiera pasado algo malo.

Qué noches...



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