miércoles, 5 de marzo de 2008

Coronación de Charles I de Kataloonyard

Siglo XIII, Reino de Kataloonyard.
En una gélida noche de febrero de 1208, bajo la luz de la luna llena teñida en oro, fue coronado Charles I de Kataloonyard, hijo de los duques de Ken Oves, señores de buen linaje, cuyas tierras eran conocidas en todo el reino por el comercio de la piel para usos diversos como el del calzado. La proclamación se llevó a cabo a pesar de su edad, el día anterior había cumplido los cuarenta años.
Su esposa, Mía de Fee Gawls, era hermana de los duques Maarten y Mark de Fee Gawls y de la condesa de Ken Meereth, Martha. Los hijos de Charles y Mía, Charles y Alek quedaron resguardados del peligro en el ducado de Ken Oves con los duques para evitar un posible secuestro.
La ceremonia tuvo lugar a las afueras de la vieja ciudad de Karddu, dentro del condado de Ken Oves, para mantener y asegurar la solemnidad que merecía una conmemoración como aquella.
Se murmuraba en la ciudad de Karddu que una parte de los representantes de la iglesia, en concreto los de Copeland, se oponía a la coronación de Charles y eran partidarios de coronar al malvado Fgedeguiko el Glande. Los rumores iban de boca en boca con tanta facilidad que llegaron a oídos de los campesinos del condado de Ken Meereth.
Los condes David de Willegan y Martha de Fee Gawls avisaron a Maarten, el poderoso duque de Doom Inex, a fin de que tuviera controlada la zona con sus tropas. Debido a la convalecencia de su esposa, la duquesa Nathalie de Radward, que tuvo que reposar en su ducado atendida por el servicio y en compañía de sus hijos Mark y Mary, el duque envió a Sir Raphael Lopeths, marido de su cuñada, Monique de Radward.

Amparados por los poderes eclesiales de Karddu, los insurgentes habían preparado una emboscada para evitar la coronación, pero fue controlado por parte de los caballeros Sir Raphael de Ken Sawleather, Sir Nelaw de Greanader y sus hombres.
Detuvieron los caballos unos cien metros antes de llegar al río Mawgent, el lugar donde esperaban a los rebeldes. Se acercaron con tanto sigilo que sorprendieron a los amotinados meando en el río.Fue una lucha cruel y encarnizada. La corriente se llevó alguna víctima de los insurrectos, los demás quedaron con los cuerpos cubiertos en sangre sobre los guijarros del cauce. Los efluvios de la sangre provocaban tanta excitación en Raphael y Nelaw que a menudo besaban la hoja de la espada después de una batalla para poder sentir y oler la sangre de cerca. Eran nobles caballeros, guerreros.
Tras finalizar la lucha y limpiar las espadas con agua de río, comprobaron que no había bajas que lamentar entre sus hombres y partieron velozmente a caballo en dirección al Palacio de Ken Mathewet a reencontrarse con sus esposas para celebrar el triunfo y la fiesta de coronación.
Entre los invitados se hallaban:
El hermano del rey, el conde George de Ken Raam con su esposa Lady Remay de Saint Peter of Major Village.

La hermana del rey, la condesa Mercy con su esposo Richard de Baarcelawn. Los hermanos de la reina consorte, Mark de Ken Meereth y Maarten de Doom Inex.

Los condes de Ken Meereth, Martha, cuñada del rey, y su marido, David de Willegan. Sir Raphael de Lopeths y su esposa, Lady Monique Radward, Señores de Ken Sawleather.Sir Nelaw de Keyknowness y su esposa Lady Christine Garthya, Señores de Greanader.Sir Ferdinand y Lady Nathalie de Middle Karddu, Señores de Sbarjaw. Los condes de Karddu, Lady Penny y Sir G. McStraw, Señores de Elms 's Fountain.


Alejados de cualquier tentativa de nuevo asedio, los asistentes a la fiesta disfrutaron de la cena al aire libre en una mesa dispuesta delante de las enormes parrillas donde los cocineros asaban un cordero al que iban pincelando con hojas de laurel bañadas en una salsa aceitosa y la camarera se encargaba de traer la sangría. Mientras el cordero se asaba, los comensales disfrutaban del primer plato, un pan redondo relleno de migas con uva al más puro estilo del sureste de Iberia -una manera espléndida de aprovechar el pan duro.Cuando las viandas llegaron a la mesa, la sangría ya corría por las venas de la mayor parte de los presentes, momento que aprovechó una bruja llamada Ginebra, bola de cristal y cartas en mano, para predecir el futuro a algunos de los asistentes entre las risas de la mayoría.Una vez se dio por acabada la cena, la comitiva pasó a una estancia cubierta de Palacio para asistir a los juegos malabares del bufón de la corte. Hubo turno de demandas al nuevo rey para todos los presentes y la música hizo danzar a los invitados hasta altas horas de la madrugada.En aquella fría noche del mes de febrero, Kataloonyard recibía al nuevo rey que desterraría para siempre al malvado Fgedeguiko el Glande de sus tierras bajo una luna para recordar.




Al día siguiente, el pueblo aclamó al nuevo rey con vivas:

-Viva Charles I de Kataloonyard!






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