lunes, 11 de febrero de 2008

Películas dañinas

Hay películas que hacen daño a la gente que las ve. Si ya de adulto algunas películas te marcan, imaginad qué puede pasar cuando tienes diez u once años y toda una vida por delante...

Una de esas películas fue Grease. La de John Travolta y Olivia Newton John. Me pilló a la dulce edad en la que empezaba a despertar a los sentidos. Despertaba a los sentidos cuando mi madre, experta en el tema de peluquería y estética, me ponía cera caliente en el entrecejo o en el bigotito cantinflero y una vez seca, tiraba de ella, flash! Y yo, que no me atrevía a decir palabrotas gritaba: ¡Ayyyy! ¡Maaaaamaaa! y ella me decía con amor: -Para presumir se tiene que sufrir hijo mío. Presumir, presumir... salía de la peluquería presumiendo, pero de una cara con vivos colores rojizos que combinados con el color de la piel de mi cara, sólo me faltaba la galleta para ser un helado de nata y fresa.

Causaron furor las chaquetas negras entre los compañeros del Belloch, pantalones tejanos y peine de plástico en el bolsillo de atrás. El truco consistía en sacar el peine y pasarlo por el pelo con mucho tufo de colonia a granel y con chulería, eso, repetido con cierta regularidad, creíamos que provocaba en las chicas un efecto impactante. ¡Qué ilusos!

Las chicas, al menos algunas de nuestra clase, valoraban la sensibilidad musical de los chicos, sobre todo las habilidades en el baile. Para acercarte a las chicas no valía hacerte el chulo jugando al baloncesto, o al fútbol, ni tampoco el béisbol las apasionaba, en cambio hacías una coreografía con ellas de Rivers of Babylon de Boney M y te miraban de manera distinta, les caías bien. Los mayores se burlaban, pero ellas valoraban tu esfuerzo y eso valía la pena.

Cazadoras negras y peine sobresaliendo del bolsillo. Me fue bien eso del peine porque yo era muy presumido ya desde pequeño y me arreglaba el pelo con los dedos como podía para que se disimularan las orejas, el pelo debía taparlas. Con el peine me iba mejor y tenía la excusa perfecta para llevar un utensilio maldito como aquél encima, hasta entonces estaba prohibido llevar peine, era un atentado contra el buen gusto, algo reservado a los macarras. Tenía que ser impactante ver a un grupo de niños de unos diez años, dando saltos travolteros mientras íbamos en dirección a los lavabos que había al lado del comedor como si no supiéramos andar.

Dentro de los lavabos empezaba la verdadera película. Había un espacio enorme que separaba los urinarios de la pared de la izquierda y los de la derecha, espacio suficiente para colocarnos en formación y en estricto orden de protagonismo para representar la escena de la película donde convertían un coche de pura chatarra en un pura sangre del asfalto. ¡Allí era donde descargábamos toda nuestra fiebre. ¡Cómo nos hervía la frente! Allí se desbocaban los potros salvajes que realmente llevábamos dentro, nos convertíamos, en definitiva, en John Travolta y sus colegas. Cantábamos y bailábamos imitando los movimientos de la escena original, disfrutábamos de unos segundos de espléndida locura. Quemábamos adrenalina hasta que entraba alguien por la puerta y entonces... ¡Todos a disimular!

No hace mucho organizamos una fiesta de aniversario y teníamos que ir vestidos de Grease, me hacía tanta pereza volver a recordar aquello que estuve a punto de vestirme con prendas de color gris, pero al ver cómo iría vestida mi mujer, me lo pensé dos veces. Peinado con tupé y el pelo largo por detrás, más que un tributo a la película Grease yo representaba otra película de éxito similar: Maquinavaja, el último chorizo.

No me gusta disfrazarme, me gusta ser como soy y no figurar, quizás sea algún trauma infantil. Ya hablaré en otra ocasión de disfraces...



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno pues si lo eliminas al menos que lo tengas presente majo.
Para la gente que representa los años 50s y bailan aún mody hollie, elvis y muchos más, te dire, por si así te culturizas un poco más, que Grease será una pésima película pero fue una de las mayores representaciones de la generación de los 50s, incluso hoy en día mucha gente pone los "famosos dados" en los coches, así que no te deberías de avergonzar majo, más verguneza me daría si fuera un friki.

Els del PiT dijo...

Bien, como veo aquí hay un error claro del que asumo la responsabilidad. Está claro que al hacer la traducción al castellano ciertamente no responde al significado que quería dar al término "dañinas".
Desconozco tu nombre y tu localización, por ello entiendo que no es lo mismo el sentido figurado que tiene en mi lengua el término citado, es decir, que no corresponde a dolor, sinó a influencia que no debe ser entendida en forma negativa.

Lamento que haya podido ofender este post, disfrutamos mucho de aquella época emulando a Travolta y en ningún momento pretendía significar vergüenza, solamente destacar el impacto que representó en mi persona ese tipo de estética.

¡Saludos!