Mi madre: figura clave en mi biografía.
Veintidós años estuve a tu lado, tanto en las alegrías como en las adversidades y ahora hace diecisiete años que marché de casa, abandoné el nido para emanciparme e ir a vivir a Tenerife con Penélope, a la que siempre acogiste como a una hija.
Tanto allí como en Banyoles, en Roses y de regreso al pueblo después de un tiempo y hasta el día de hoy, me he sentido apoyado en todo momento. Esto ha significado mucho para mí y para mi esposa.
Mi bautizo, mi madre me tiene en sus brazos y yo me siento bien, un hecho que acompañará el resto de mi vida.
Los consejos que me diste desde pequeñito han hecho que creciera como la persona que ahora soy. Cuando en la peluquería del pisito atabas con un cordel mi pequeño mundo de bebé -el parque- a la ventana, con el fin de evitar que volcara conmigo dentro, aquel cordel era la prolongación de tus brazos protectores. Eso ha sido mi vida a tu lado, una metáfora de los brazos protectores.
Una vez oí decir que a cierta edad los padres tienen que dejar de ser padres para ser amigos, incluso había que hacer el ritual de decir a los padres que dejaban de serlo para convertirse en amigos. Estoy de acuerdo en que eso es incentivar a los hijos a que hagan su propia vida, pero uno puede hacer su vida manteniendo una buena relación familiar con los padres. Yo no quiero ser un amigo tuyo, quiero continuar siendo tu hijo, siempre.
No hace mucho recibí Mi otra mujer, una de tantas presentaciones que se envían por correo electrónico. Es una de las más tiernas que he recibido y me emocionó. Se refiere a la madre, al inicio juega con el doble sentido del título, pero rápidamente da la vuelta y advierte del riesgo que corremos de no poder estar a tiempo de decir cosas importantes en la vida como éstas...
Son todas esas cositas, tus detalles y la fuerza que has mostrado toda tu vida, a pesar de sacrificar tiempo familiar para poder echar p'alante, que me han ayudado a ser mejor persona. Por todo eso me siento tan orgulloso ser tu hijo, de ser el hijo de Elvira.
A ti, que me diste la vida y me lo diste todo.
A ti, que ponías tus brazos cuando me caía y siempre me has dado la seguridad para mirar hacia adelante.
A ti, a quien tantas veces he obviado decir te quiero con el convencimiento que se daba por hecho.
A ti y por que no quiero obviar ninguna oportunidad más en la vida para poderlo decir...
A ti, que ponías tus brazos cuando me caía y siempre me has dado la seguridad para mirar hacia adelante.
A ti, a quien tantas veces he obviado decir te quiero con el convencimiento que se daba por hecho.
A ti y por que no quiero obviar ninguna oportunidad más en la vida para poderlo decir...
Te quiero.
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