lunes, 2 de junio de 2008

Cosas de niños...

El jueves veintidós de mayo fue el aniversario de Joel, nuestro hijo. Ya cumplió ocho años y lo celebramos el sábado por la tarde en un parque donde hay mesas y bancos de picnic. La zona era la más frecuentada por el grupo de mi juventud -sobre todo a partir de cuando las chicas empezaron a formar parte de él- y la llamábamos el campo verde, quizás no sea necesario que diga porqué... o tal vez sí: ahora que lo pienso detenidamente, yo que creía hasta ahora -de manera inocente- que le llamábamos así por la abundante vegetación y la gran alfombra de hierba que hay bajo los chopos... me doy cuenta de que quizás el nombre, campo verde, también hacía referencia a la destinación que a veces le dábamos con juegos de corro como: verdad o acción, el conejo se ha escapado... juegos que ayudaban a mantener nuestro torrente sanguíneo en constante movimiento, con el calor de venas que eso representa cuando hierve la sangre.
(Foto: Se supone que en mi mano debería tener sujeta la piñata que los niños me arrancaron)

El sábado, a pesar de habernos levantado con la tan deseada lluvia, por la tarde el tiempo aguantó y no cayó ni una gota, incluso salió el sol. A primera hora recibí tres llamadas: dos de madres angustiadas por si se haría la fiesta y otra para dar de baja a su hijo, supongo convencida de que no se podría hacer.
Fue una gran suerte, porque el único Plan B que teníamos en caso de lluvia era acabar dentro de casa con todos los niños, lo cual era una bomba de relojería a punto de estallar, sino haced la prueba, mezclad: niños + ganas de jolgorio + lluvia = ............................ (Espacio para rellenar una vez hecha la comprobación).
La tarde pasó entre juegos infantiles en el parque, golosinas, merienda y botellas inestables que vierten refresco sobre la mesa.

Los columpios y maquinaria diversa para los niños están hechos con madera y neumáticos y, desde donde estamos, para acceder a ellos, los chiquillos tienen que cruzar un pequeño puente también de madera por encima del arroyo. En algunos tramos este arroyo está seco, pero en otros tiene agua estancada y turbia, de un color blanquecino. Para seguir la tradición empezada por su hermano el año pasado, Adrià se cayó justo dentro de aquel tramo y el agua le llegó al cuello, cosa que provocó que yo tuviera que dejar la fiesta y llevar al niño desnudo y cubierto con una toalla -que llevábamos en el coche- hacia casa para dejarle ropa de mi hijo. Conduje rezando para que no me parara la policia.
-Cómo explicarle a un policia que llevas un niño desnudo detrás mientras le miras la cara y piensas que no te cree?
-Me creerán los vecinos cuando me vean entrar en casa con Adrià cargado en mi hombro para que no pise el suelo?
Por suerte no tuve que dar explicaciones a nadie, excepto a Mónica, claro, la madre de Adrià.
La chiquillería juega al escondite y el que para es Roger, hijo de los padrinos de Ariadna y el más pequeño de todos -es curioso cómo se las apañan los mayores de siete u ocho añitos-, pero en vez de parar en un árbol o en una de las grandes rocas del parque -usadas de banco- los niños deciden que pare dentro del arroyo, en un tramo sin agua y junto al margen. Observo la dificultad que tienen para salir y esconderse, el suelo resbala mucho y es peligroso y aconsejo cambiar de lugar, pero no estoy seguro de si me harán caso.

Al cabo de un rato nos alertan de que Olmo, uno de los niños, se ha hecho daño dentro del arroyo seco, ha resbalado y ha caído de rodillas, nos acercamos -madre incluida- y lo encontramos sentado, estático y llorando. Tuvo que dejar la fiesta antes de tiempo, pero, aparentemente, sólo tenía un golpe, muy doloroso seguramente. En la foto: Olmo es el que decide pasar el puente por una ruta alternativa.
El lunes por la tarde la madre de Olmo me dice que estuvieron hasta las dos de la madrugada en urgencias, que se le había hinchado, pero mientras hablamos aparece el niño corriendo como si nada. Más tarde nuestros hijos tienen partido de fútbol y Olmo quiere jugar, pero la madre le recuerda que el médico recomendó dos días de reposo y el niño le dice:
-Juego hoy el partido y después ya descansaré tres días!
Cosas de niños...

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