lunes, 15 de diciembre de 2008

Personajes

Escritorio de la habitación del Hotel de México donde pasé unas buenas horas.

Desde hace un par de meses aproximadamente... y nueve días, para ser más exactos, cada mañana me despierta un montón de gente.

No quiero decir que tengamos la Coral de Sant Jordi a los pies de la cama entonando el Virolai, ya que mi mujer los hubiera echado con agua hirviendo... se pone de mal humor cuando tiene sueño. Ni que a nuestra ventana venga cada mañana una tuna entera de estudiantes barbudos peinando más canas que yo (que las tengo escondidas...), dado que se hubieran marchado con los clavelitos entre las piernas, pero por detrás. Afortunadamente, tampoco me refiero a una camarilla de albañiles cargados con mazas y escarpas y muchas ganas de quemar adrenalina contra una pared cualquiera de nuestros vecinos... Deberíais haber visto la cara que puso el amigo Pedro cuando vino hace un par de años a reformar la cocina de casa y le dije que el mármol y los muebles viejos iban al centro de recogida selectiva de residuos... le brillaron los ojos y creo que incluso dobló la lengua entre los incisivos superiores y los inferiores antes de dar el primer golpe de maza a la antigua mesa...
No es nada de todo eso, me refiero al momento en que mi cerebro empieza a trabajar (cómo dice?) mucho antes de que mi cuerpo tenga ánimos de seguirlo en el esfuerzo. Es en aquel momento (y no en otro) que personajes diversos vienen de uno en uno o en pareja a darme los buenos días. Reclaman que les preste la atención que merecen, ya que soy el responsable directo de sus vidas y de su destino (es culpa de un servidor que "mea culpas" por todas partes... y no se puede estar quieto ni cuando duerme).
Todos quieren saber qué les pasará en el futuro y no se lo puedo decir, porque es un secreto que debe mantenerse hasta el final (¡Qué caray!). Si se lo cuentas a uno y se va de la lengua pierde la gracia y hoy en día con esto del Internet... A veces aparece algún personaje de la segunda parte u otro de la tercera, incluso uno de la parte final que se deja ver, impaciente, pero tengo que pedirles a todos paciencia, que todo se andará, que cada uno tendrá su momento. Es entonces cuando uno de ellos suelta la frase, la idea y... ¡Vaya hombre! ¿No te podías haber esperado un poco?
Me siento en la cama, me pongo los calcetines y busco mis gafas sin saber qué hora es. Como sé que no me dejará dormir más me dispongo a levantarme definitivamente aunque es temprano y el reloj del lavabo me lo confirma: las cinco cuarenta y cinco (¡Jo...er!). Bien, ya pronto serán las seis... Hay mucha gente que se levanta a las seis, ¿No? ¡Pues ala! A escribir la idea antes de que se borre entre legañas... por favor... tened paciencia.
¿Dije paciencia? ¡Ah sí! Pues eso... que me he liado la manta a la cabeza y no veo la salida. La cabeza me hierve bajo una tormenta de ideas y ahora mismo, a poco más de quince días de cumplir el primer año de blog, estoy escribiendo más que nunca... pero no para el blog.
Me sabe mal, pero es que me lo estoy pasando tan bien...


Si te ha gustado o te ha sido útil, puntúalo:

¡Gracias!


No hay comentarios: