Miércoles al mediodía, una vez en casa, saco a pasear a Tora a pesar del sol abrasador. Una furgoneta cargada con seis obreros está estacionada a cincuenta metros, en una cuneta, tiene las puertas abiertas y se oyen discusiones típicas a grito pelao como se dice. Se cierra la puerta del conductor y se disponen a marchar, pero justo antes, por la puerta lateral salen disparados dos objetos directos al campo: Una garrafa de agua de cinco litros vacía y el envoltorio arrugado de unas patatas chips.
¡Olé! -pienso. ¿Y ahora quién les dice algo a éstos? ¿Soy culpable de no recriminar este hecho a seis obreros malhumorados?
¡Olé! -pienso. ¿Y ahora quién les dice algo a éstos? ¿Soy culpable de no recriminar este hecho a seis obreros malhumorados?
Ya por la tarde, volvía de comprar un tornillo de cincuenta céntimos para arreglar una silla y me encuentro el mismo panorama que por la mañana: obras. Quería ahorrarme calles cortadas yendo por caminos, a pesar de dar una larga vuelta para ello, tuve que detenerme un rato.
La vuelta extra me permitió acercarme a una zona bastante frecuentada por los jardineros solidarios -qué buena gente- a los que ya dediqué un post entero. Una vez allí, descubrí que hay gente que se las apaña para encontrar nuevos sistemas, nuevas soluciones al problema de la vivienda. Los hay que no se conforman con un pisito -menos ahora con el calor que hace- y se inventan la manera de poder disfrutar de un jardín enorme, rodeados de naturaleza donde así poder apaciguar el calor escuchando el dulce canto de los pájaros.
¡Caray cuánto sabe este tipo! -pienso. La idea no está nada mal y por eso, a unos cien metros descubro que alguien más la ha secundado, siguiendo el ejemplo de su vecino, y para que no se diga, éste debe ser el vecino rico, pues ha instalado un mueble que creo que queda bastante bien, aunque no entiendo por qué está al revés...
A unos tres metros: el sofá a juego, la distancia es la ideal para una tele de plasma de 43 pulgadas, aunque no sé si disponen de corriente eléctrica.
Y ya tienen la sala de estar totalmente exterior.
He echado de menos un felpudo de bienvenida con alguna cosa como: Bienvenidos a la República Natural del Cerdo.
Eso, o bien lo que hacen es hallar el lugar ideal para hacerse una casa y no la empiezan ni por el tejado, plantan los muebles primero y después hacen la casa a medida de los muebles, de esta manera no tendrán que sufrir el problema de tener que llevar al centro de recogida de residuos un mueble que no encaja en casa, con el ahorro que supone no tener que pagar por ello...
-¿Mande? ¿Que es un servicio gratis eso de los residuos? ¿Que si avisas también hay un servicio de recogida de muebles viejos que no quieres? Pues no tenía ni idea... -dirá el responsable de todo eso.
Y es que el precio de las viviendas continúa por las nubes y bancos y cajas no abren el grifo, pero siempre habrá quien pueda disfrutar de un pequeño apartamento como este tan acogedor que me he encontrado a escasos cuatrocientos metros de los demás, en un lugar más civilizado, con terraza, tendedero de ropa y servicio de cambio de neumáticos gratuito.
La lástima es su ubicación, demasiado cerca de calles transitadas, pero no se puede poner donde están los demás, porque el color verde se podría confundir con el verde de la naturaleza y los propietarios no podrían presumir.
¿No os veis en esta terracita, tomando el fresco, un libro en una mano y en la otra un refresco?
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