Las gafas son las ventanas que colocamos delante de nuestros ojos los que no vemos bien , en mi caso -que es el que conozco- tiene este paralelismo:
Sin gafas veo la vida borrosa, tal como si la observara a través de una fina cortina. Cuando coloco las ventanas sobre mi nariz tengo la sensación de correr esa fina cortina, de repente el mundo cobra vida y agudeza.
Para los que somos abnegados portadores de gafas la lluvia es odiosa. Hace más de veinte años que las llevo y cada vez que llueve se me mojan y las tengo que secar. Si no llevara gafas, no correría por la calle al sentir las gotas sobre mi cabeza, es más, me gusta mojarme bajo la fina lluvia.
Me he planteado en alguna ocasión operarme, pero me da miedo, soy capaz de soportar que me pinchen los testículos -como relato en el escrito Vasectomía- pero los ojos, no me los toquen.
También he llevado lentes de contacto, pero no las tolero bien y es bastante engorroso.
Esta semana ha llovido, poco, pero ha llovido y me he alegrado, la falta de agua es grave según dicen los expertos y hace tiempo que tomamos conciencia. No he maldecido mi suerte cuando las gotas han cubierto los cristales de las ventanas que me muestran el mundo como es en realidad, más bien al contrario, me he alegrado mucho.
Por desgracia, este fin de semana vuelve a lucir el sol, qué bien hubiera ido poder estar en el sofá de casa con un buen libro entre las manos mientras escuchamos los sonidos de la calle:
Plou i a defora bufa es vent...
(Pedazo de canción del mallorquín Tomeu Penya, cuya traducción es: Llueve y fuera sopla el viento...)
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